Vecinos de Lerdo de Tejada advierten que la rehabilitación de fachadas en Toluca no resuelve riesgos estructurales, daños en banquetas ni problemas de movilidad.
El anuncio municipal sobre la recuperación de fachadas en la avenida Lerdo de Tejada encendió la conversación entre comerciantes y residentes de este corredor histórico de Toluca. Aunque celebran la intención de mejorar la imagen urbana, coinciden en que el proyecto no atiende los problemas que afectan diariamente a quienes viven, trabajan o transitan por esta zona estratégica de la capital mexiquense.
Lerdo es una avenida vertebral que cruza la ciudad de oriente a poniente. En ella confluyen tránsito pesado, transporte público intensivo y estructuras antiguas que llevan años esperando intervención. El resultado es un corredor urbano donde la movilidad, la seguridad y la calidad del aire se encuentran en un punto crítico.
En el tramo comprendido entre Isidro Fabela y Rayón, las banquetas del costado norte miden menos de medio metro. En ciertos puntos están obstruidas por postes, lo que obliga a los peatones a caminar sobre el arroyo vehicular mientras los autobuses pasan a centímetros.
A ello se suma el deterioro visible de los muros antiguos que bordean la avenida. Vecinos han señalado que la vibración constante de más de mil unidades de transporte público que circulan cada día ha ido debilitando las estructuras, algunas ya cuarteadas o apuntaladas con madera.
La exposición continua a partículas contaminantes provenientes de los motores de combustión agrava el panorama. Residentes reportan un incremento en enfermedades respiratorias, sobre todo entre adultos mayores y niños.
En el mismo costado de las banquetas reducidas se encuentran las paradas de autobuses. Quienes esperan el transporte deben permanecer pegados a muros con daños evidentes o esquivar vehículos que avanzan casi rozando los cuerpos de los usuarios. La escena se repite todo el día y representa un riesgo constante que ninguna intervención estética resolverá.
El Ayuntamiento inició notificaciones a propietarios de inmuebles con daños estructurales y busca agilizar los permisos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para intervenir. No obstante, especialistas en gestión de riesgos advierten que este proceso suele estancarse durante años por la limitada capacidad operativa del Instituto.
Las solicitudes para intervenir edificios catalogados pueden tardar cinco o seis años en resolverse. Mientras tanto, las estructuras continúan degradándose, convirtiéndose en un riesgo para peatones y comercios cercanos.
De acuerdo con expertos, las unidades municipales de Protección Civil pueden acordonar, apuntalar y declarar riesgo inminente, pero no están facultadas para ejecutar trabajos de gran calado sin autorización federal. Esto genera un cuello de botella que deja a muchos edificios en una especie de “limbo legal”, vulnerables a colapsos parciales.
La falta de respuesta oportuna ha provocado casos graves, como el desplome de la fachada en Instituto Literario 408 o el de la conocida Vecindad del Hoyo en 2022, donde un estudiante perdió la vida. A pesar de estos antecedentes, varios inmuebles siguen en uso pese a mostrar daños severos.
En el centro histórico de Toluca existen al menos 30 a 35 inmuebles que requieren intervención urgente, muchos ubicados sobre Lerdo. Varios han sido abandonados por completo; otros, únicamente apuntalados desde hace años.
La restauración de estos edificios recae sobre los dueños, pero muchos no pueden o no desean asumir los costos de rehabilitación, especialmente cuando no pueden modificar las estructuras sin permisos del INAH. El Ayuntamiento tampoco puede invertir recursos en propiedades privadas, lo que mantiene los proyectos de rescate prácticamente detenidos.
Inmuebles más vulnerables: una lista que preocupa
Entre los edificios identificados con mayor riesgo se encuentran:
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Instituto Literario 408, cuya fachada se desplomó parcialmente y permanece restringida.
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La Vecindad del Hoyo, en Humboldt y León Guzmán, acordonada desde 2022 tras el accidente fatal.
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Número 40 de Lerdo, que conserva solo la fachada sostenida por vigas metálicas.
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Esquina de Lerdo y 21 de Marzo, donde son visibles desprendimientos y fracturas.
Toluca tiene registrados 408 inmuebles con algún tipo de riesgo estructural, una cifra que evidencia la urgencia de soluciones más profundas.
La avenida Lerdo fue durante décadas un eje comercial vital. Hoy, su tránsito saturado y los constantes frenados de los autobuses aceleran el desgaste de la carpeta asfáltica y generan vibraciones que impactan directamente en los inmuebles históricos.
Cables aéreos, fachadas con capas de pintura superpuestas, cortinas metálicas corroídas y muros fragmentados muestran la acumulación de años sin mantenimiento adecuado.
Aunque el gobierno municipal espera que la entrada del Mexibús reduzca la circulación de autobuses y mejore la calidad del aire, los habitantes de Lerdo insisten en que la solución debe abordar todos los frentes:
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Infraestructura peatonal segura
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Regulación de rutas de transporte público
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Restauración estructural y no solo cosmética
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Coordinación real entre autoridades municipales y federales
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Estrategias de movilidad que reduzcan riesgos y contaminación
Para los residentes, la recuperación de fachadas es un paso, pero no el camino completo para rescatar uno de los corredores más históricos y transitados de Toluca.







