Carlos Prats Garcia: la fotografía como puente entre el Día de Muertos y Halloween

Catrina en campo de cempasúchil
Catrina en campo de cempasúchil

En octubre, la frontera entre la vida y la muerte se vuelve más delgada. En México y en buena parte del mundo, dos celebraciones —el Día de Muertos y Halloween— dialogan, se mezclan, se reinterpretan. Y en medio de ese diálogo visual y simbólico, la fotografía se convierte en un puente. Para Carlos Prats Garcia, fotógrafo y diseñador gráfico mexicano, ese puente no solo une dos tradiciones: conecta también lo espiritual con lo estético, lo íntimo con lo colectivo, lo ancestral con lo contemporáneo.


Dos miradas, una misma sombra

“Fotografiar el Día de Muertos es retratar la memoria; fotografiar Halloween es capturar el miedo”, explica Prats Garcia.
En ambos casos, el lente se enfrenta al mismo misterio: la muerte, pero desde emociones distintas.
Mientras que el Día de Muertos abraza la pérdida desde el amor y el color, Halloween la aborda desde la ficción y el juego.

En sus series visuales, Carlos explora cómo cada estética —la calidez de las velas, el naranja del cempasúchil, el contraste del negro y el violeta— puede convivir en una misma imagen. Su trabajo muestra altares tradicionales iluminados con luces frías, catrinas en escenarios urbanos y retratos donde la nostalgia mexicana se mezcla con la teatralidad gótica.

“El fotógrafo no elige entre una u otra tradición; las transforma en lenguaje visual. En mi caso, busco que ambas dialoguen sin perder su esencia”, dice.


El lenguaje de la luz

La fotografía es, ante todo, un ejercicio de luz y sombra. Y estas dos festividades ofrecen un campo fértil para explorar esa dualidad.
Para Carlos Prats Garcia, cada vela encendida en una ofrenda es una lección de iluminación: una fuente cálida, viva, imperfecta.
Mientras tanto, en Halloween la luz suele ser artificial, dirigida, cargada de dramatismo.

En sus retratos, Carlos experimenta con ambas fuentes lumínicas —la natural y la teatral— para crear atmósferas que oscilan entre lo espiritual y lo cinematográfico.
“Fotografiar una ofrenda al anochecer no es muy diferente de iluminar un retrato de terror: en ambos casos hay que entender qué queremos revelar y qué queremos dejar en la penumbra”, explica.


La muerte como espejo cultural

Más allá del color o la técnica, lo que une a estas dos celebraciones es su valor simbólico.
El Día de Muertos honra a los que se fueron; Halloween exorciza lo que tememos.
En ambos casos, la cámara se convierte en una herramienta de autoconocimiento.

Carlos Prats Garcia lo resume así:

“La muerte no solo se fotografía; se interpreta. En México, le hablamos con cariño. En otros lugares, le temen. Pero en el fondo, todos intentamos entenderla.”

Sus imágenes reflejan esa visión plural: retratos de personas maquilladas como catrinas entre luces de neón, cementerios iluminados por pantallas de celulares, niños disfrazados con flores de cempasúchil en la mano. Escenas donde lo tradicional y lo global se encuentran en un mismo plano.


Entre la tradición y la vanguardia

Para un fotógrafo contemporáneo, estas fechas son también un espacio para experimentar visualmente.
Carlos combina la fotografía documental con la fotografía conceptual, integrando elementos del diseño gráfico: tipografía, textura, color intervenido digitalmente.
Así logra imágenes que trascienden el registro y se convierten en discurso visual.

“El reto está en no convertir la tradición en postal”, afirma. “Quiero que la gente sienta que las imágenes respiran, que hay algo espiritual detrás del color”.

En tiempos en que las redes sociales saturan las pantallas con catrinas y calabazas, su propuesta es clara: regresar la mirada a lo esencial.
A la historia, al símbolo, a la emoción que hace que cada fotografía sea, en el fondo, un pequeño ritual.

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