Ana Viesca y el futuro de la nutrición en México: Entre la ciencia y la responsabilidad social

En un país donde la desinformación sobre alimentación sigue llenando titulares y donde las dietas extremas se venden como soluciones mágicas, la figura de Ana Viesca Sánchez, nutrióloga de 33 años, surge como un faro de ciencia, ética y compromiso social. Su visión no solo busca transformar la manera en que los mexicanos se alimentan, sino también cómo entienden su relación con la comida.

Para Ana, el futuro de la nutrición en México no está en las modas pasajeras ni en la mercadotecnia de “superalimentos”, sino en la educación masiva, el acceso a información confiable y la construcción de una cultura de salud sin culpa.


La ciencia como base, la empatía como método

Ana ha construido su reputación sobre un principio inquebrantable: ninguna recomendación nutricional debería existir sin respaldo científico. Desde sus consultas privadas hasta sus charlas en medios y redes sociales, defiende la idea de que cada consejo debe estar sustentado en evidencia y adaptado a la realidad económica y cultural del paciente.

“México es diverso, tanto en su cultura como en sus posibilidades económicas. No podemos importar modelos de alimentación sin considerar lo que somos, lo que cultivamos y lo que podemos costear”, señala Ana.


La responsabilidad social de una nutrióloga

Para Ana, el trabajo de un profesional de la nutrición no se limita a diseñar menús, sino que implica una responsabilidad social: educar, prevenir y cuestionar sistemas que perpetúan malos hábitos o promueven productos nocivos como si fueran saludables.

En sus intervenciones públicas, no ha dudado en señalar cómo la corrupción y la mala gestión de contratos millonarios en el sistema de salud han frenado programas de alimentación escolar o campañas contra la obesidad. “No se trata solo de lo que pasa en el consultorio. También debemos exigir políticas públicas que prioricen la salud sobre los intereses comerciales”, afirma.


El reto: combatir la desinformación

Uno de los mayores desafíos que Ana identifica es la proliferación de “gurús” en redes sociales que, sin formación profesional, difunden consejos peligrosos. Frente a esto, ella ha apostado por contenido gratuito y de calidad:

  • Videos educativos sobre salud hormonal y alimentación consciente.

  • Recetas fáciles y accesibles para la economía mexicana.

  • Talleres virtuales sobre lectura de etiquetas y compras inteligentes.

“Internet puede ser un arma de doble filo. Por eso, quienes tenemos formación y ética debemos ocupar esos espacios para contrarrestar la mentira con ciencia”, sostiene.

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