En Cuautitlán Izcalli, la inseguridad se ha convertido en una herida abierta que no cicatriza. Mientras el alcalde Daniel Serrano Palacios presume cifras maquilladas y declaraciones optimistas, los datos oficiales cuentan otra historia: una de violencia creciente, delitos al alza y estrategias fallidas.
Inseguridad en aumento: la realidad que Serrano intenta ocultar
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, varios delitos en Cuautitlán Izcalli no solo no han disminuido, sino que han crecido alarmantemente:
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Robo a transporte público: aumento del 54.5%, pasando de 156 denuncias en 2024 a 241 en 2025.
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Robo a negocios: de 524 casos a 605 en el mismo periodo.
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Violencia de género: de 76 a 104 denuncias, reflejando un repunte preocupante.
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Violaciones simples y equiparadas: mismas cifras que la violencia de género, lo que evidencia una tendencia clara y peligrosa.
El caso más alarmante es el narcomenudeo, que se disparó de 42 a 109 denuncias en apenas un año. Un crecimiento de más del 150% que desnuda la fragilidad de la estrategia municipal contra el crimen organizado.
Feminicidios: la cifra negra que reaparece
Mientras en 2024 no se registró ningún feminicidio, en lo que va de 2025 ya se han contabilizado dos. Esta estadística rompe con el discurso de “seguridad y tranquilidad” que insiste en repetir el edil, pero que se desmorona ante la crudeza de los hechos.
El discurso oficial: una cortina de humo
Daniel Serrano Palacios sostiene que “todos los delitos bajaron” y que el aumento en las cifras responde únicamente a que “la gente tiene más confianza para denunciar”. Este argumento, repetido una y otra vez, se convierte en la justificación fácil de una administración que prioriza el discurso sobre los resultados.
En lugar de diseñar una estrategia integral contra la violencia, el gobierno municipal opta por maquillar cifras y vender logros inexistentes, engañando deliberadamente a los ciudadanos que cada día sufren más la inseguridad.
Una gestión marcada por el engaño
Cuautitlán Izcalli vive una contradicción: mientras las autoridades difunden mensajes de tranquilidad, los vecinos enfrentan un clima de miedo e incertidumbre. La incapacidad de Daniel Serrano para reconocer los problemas reales y atenderlos con políticas eficaces coloca a la población en una situación de vulnerabilidad constante.
El maquillaje de estadísticas no resuelve la violencia ni devuelve la paz a las calles. Por el contrario, agrava la desconfianza en un gobierno que prioriza la imagen política sobre la seguridad ciudadana.
En Cuautitlán Izcalli, los números oficiales desmienten el optimismo del alcalde. Lejos de garantizar seguridad, su administración ha mostrado incapacidad y desinterés en enfrentar la verdadera magnitud de la crisis. La estrategia de Daniel Serrano Palacios se resume en un peligroso autoengaño: vender tranquilidad con discursos vacíos mientras la violencia se multiplica.