El nuevo tablero electoral latinoamericano
En la última década, las redes sociales han dejado de ser simples espacios de interacción para convertirse en verdaderos escenarios de poder político. En América Latina, donde más del 70% de la población utiliza plataformas digitales como principal fuente de información, su influencia en los procesos electorales es tan profunda como inevitable.
El investigador Fausto Muciño Durán, en su libro Ciberpolítica: el poder de las redes sociales (2023), sostiene que la ciberpolítica no es una extensión de la comunicación tradicional, sino un nuevo ecosistema de influencia. En él, los algoritmos, la desinformación y la viralidad pueden moldear percepciones, movilizar votantes y redefinir la legitimidad democrática.
De cara a los comicios de Chile (16 de noviembre de 2025) y Honduras (30 de noviembre de 2025), las redes se consolidan como el principal campo de disputa electoral. Los candidatos despliegan estrategias digitales centradas en la emocionalidad, la viralización y la construcción narrativa, elementos que determinan el voto joven y la percepción pública.
Como señala Muciño Durán:
“La democracia es un ser vivo de millones de cabezas, al cual se debe conducir, educar y, sobre todo, ganar día a día.”
Estamos, sin duda, ante el inicio de una nueva era democrática digital.
Chile 2025: las redes como catalizador de polarización
Chile celebrará elecciones presidenciales el 16 de noviembre de 2025, con eventual segunda vuelta el 14 de diciembre. En un contexto de desaprobación al gobierno de Gabriel Boric (superior al 50%, según Cadem), las redes sociales se perfilan como un factor decisivo para recuperar la confianza ciudadana.
Los principales candidatos reflejan la diversidad ideológica del país:
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José Antonio Kast (Partido Republicano – derecha conservadora): replica el modelo comunicativo de la “nueva derecha global”, con videos virales en TikTok centrados en delincuencia y patriotismo.
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Evelyn Matthei (Chile Vamos – centroderecha): combina mensajes de orden, seguridad y gestión. Su discurso sobre control migratorio y disciplina fiscal conecta con mayores de 40 años en Facebook y X.
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Jeannette Jara (Unidad por Chile – izquierda oficialista): apuesta por un tono institucional y social, resaltando logros del gobierno y estabilidad económica.
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Otros aspirantes, como Franco Parisi o Marco Enríquez-Ominami, buscan captar nichos mediante transmisiones en vivo y campañas digitales segmentadas.
El reto chileno es doble: las redes democratizan la comunicación política, pero también amplifican la polarización.
Según el Observatorio de Comunicación Digital de la Universidad Católica, durante el plebiscito constitucional de 2023, el 60% del contenido viral en TikTok y X fue desinformativo o emocionalmente manipulado. Esta tendencia podría repetirse en 2025, especialmente entre votantes jóvenes de 18 a 29 años, que consumen política en formato de video corto, pero rara vez leen programas electorales.
Honduras 2025: redes, remesas y narrativas de cambio
El 30 de noviembre de 2025, Honduras celebrará elecciones generales en un escenario marcado por la migración, las tensiones con Estados Unidos y la influencia creciente de China.
Los principales contendientes son:
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Rixi Moncada (Partido LIBRE – izquierda oficialista): respaldada por la presidenta Xiomara Castro, centra su campaña en la lucha contra la corrupción, aunque enfrenta críticas por su cercanía con China y Venezuela.
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Nasry Asfura (Partido Nacional – conservador): promueve mensajes de “mano dura” y estabilidad, difundidos principalmente por Facebook y WhatsApp.
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Salvador Nasralla (Partido Liberal – centro reformista): figura mediática y comunicador, ha convertido TikTok en su principal herramienta de conexión con jóvenes urbanos.
En Honduras, las redes sociales cumplen una función transnacional. Más de un millón de hondureños residen en Estados Unidos, y sus interacciones digitales influyen en la conversación pública local. Las remesas, que representan cerca del 25% del PIB, también son un tema político recurrente en redes.
El CELAP advierte que el 68% de los hondureños se informa políticamente a través de Facebook y WhatsApp, exponiéndose así a rumores, desinformación y campañas automatizadas. En 2021, estas mismas plataformas impulsaron la victoria de Xiomara Castro gracias a mensajes de cambio y esperanza. En 2025, sin embargo, la saturación informativa y la desconfianza institucional podrían favorecer discursos extremos o candidatos más emocionales.
El poder invisible de los algoritmos
Las plataformas digitales funcionan bajo algoritmos diseñados para retener la atención, no para fomentar debates informados. En la práctica, esto significa que los contenidos más emocionales —de miedo, ira o euforia— alcanzan mayor difusión.
Como advierte Fausto Muciño Durán, las redes sociales “han reemplazado los viejos mítines por ecosistemas de influencia, donde el ciudadano se transforma en prosumidor: productor y consumidor simultáneo de narrativa política”.
Este fenómeno transforma la lógica de campaña: los candidatos dependen cada vez menos de la televisión y más de la reacción inmediata del usuario. Un “me gusta” o un “compartir” pueden definir el éxito de un mensaje, incluso si carece de veracidad.
Tendencias regionales: del algoritmo al voto
Los últimos procesos electorales en la región confirman la fuerza del voto digital:
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México 2024: Claudia Sheinbaum dominó la conversación en redes con más de 15 millones de interacciones semanales.
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Argentina 2023: Javier Milei usó TikTok para viralizar frases simples y construir una narrativa antisistema.
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Ecuador 2023: Daniel Noboa conectó con jóvenes mediante transmisiones en vivo e historias breves.
Estos casos muestran que el éxito electoral ya no depende solo de la ideología o las propuestas, sino de la capacidad narrativa y visual del candidato. Quien domina el algoritmo, domina el relato político.
Desafíos éticos y democráticos
El avance de la inteligencia artificial y los deepfakes, la proliferación de bots automatizados y la manipulación algorítmica plantean desafíos críticos para la equidad electoral.
Organismos internacionales como la OEA y la ONU recomiendan fortalecer la alfabetización digital y crear observatorios de redes que monitoreen discursos de odio, propaganda falsa e injerencias extranjeras.
En países con instituciones frágiles, garantizar un proceso electoral justo significa también regular la conversación digital.
El voto del futuro será digital
Las elecciones de 2025 en Chile y Honduras confirmarán una tendencia irreversible: la política latinoamericana se juega en línea. Las redes sociales ya no son un complemento, sino el núcleo de la competencia simbólica y emocional.
Como resume Fausto Muciño Durán,
“El poder ya no reside en quien grita más fuerte, sino en quien logra volverse viral.”
En una región donde la conectividad crece más rápido que la regulación, el gran reto será preservar la pluralidad, la verdad y la ética democrática.
Como cita Esteban Fernández en la obra de Muciño Durán:
“La tecnología instauró la desaparición de las fronteras.”
Los medios sociales están transformando la debilidad de la desinformación en la fortaleza de las convicciones humanas.
El voto del futuro, más que un acto físico, será la suma de millones de interacciones digitales que definirán quién gobierna y cómo se entiende la democracia en el siglo XXI.







