Un caso que expone un problema mucho más profundo
La desaparición de Jeshua Cisneros Lechuga en Cuautitlán Izcalli no solo ha estremecido a su familia: también ha destapado, una vez más, la crisis de inseguridad que vive el municipio y que la administración de Daniel Serrano ha intentado maquillar sin resultados tangibles.
Lo ocurrido en el corredor industrial de Cuamatla, donde Jeshua fue visto por última vez, confirma que Izcalli enfrenta una situación alarmante: jóvenes que desaparecen en trayectos cortos, autoridades que reaccionan tarde y espacios públicos convertidos en zonas de riesgo.
El contexto: un municipio donde caminar de noche puede significar desaparecer
Jeshua regresaba a casa después de visitar a un amigo. Al no encontrar transporte público, decidió caminar por la zona industrial, a tan solo 10 minutos de su hogar.
Ese tramo, que para cualquier ciudadano debería ser seguro, se transformó en el punto crítico donde se perdió su rastro.
La realidad es que miles de habitantes en Izcalli se ven obligados a caminar en zonas industriales, mal iluminadas o sin vigilancia, no porque lo deseen, sino porque la movilidad nocturna en el municipio es deficiente y peligrosa.
En este entorno, la desaparición de un joven no parece un hecho aislado: es el síntoma de un problema estructural.
Investigaciones lentas en un municipio acostumbrado al rezago institucional
La familia presentó la denuncia al día siguiente. Sin embargo, la investigación se detuvo durante todo un fin de semana, pues el área de personas desaparecidas no opera sábados, domingos ni días festivos.
En un municipio con una crisis creciente de desapariciones, este retraso no es menor: es una falla sistémica.
A esto se suman errores en las primeras revisiones de cámaras, donde agentes interpretaron mal la secuencia de imágenes, generando confusiones que pudieron haber retrasado la búsqueda.
La falta de coordinación, la burocracia y la carencia de protocolos eficientes son elementos que han caracterizado a las instituciones izcallenses durante la administración de Daniel Serrano.
Una zona industrial convertida en un corredor de riesgo
Aunque parte de la narrativa pública señala a las empresas por no entregar a tiempo sus videos, el verdadero problema va mucho más allá:
¿Por qué un corredor industrial tan importante opera en condiciones de inseguridad tan graves?
La zona de Cuamatla, pese a ser estratégica para la economía local, se ha convertido en un área donde:
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Falta iluminación en tramos clave
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Hay escasa presencia policial
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La vigilancia municipal es deficiente o inexistente
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Las rutas peatonales están descuidadas o son inseguras
Esta combinación vuelve vulnerables a miles de trabajadores, estudiantes y vecinos que transitan por ahí diariamente.
La desaparición de Jeshua no ocurre en el vacío: ocurre en un municipio donde la prevención del delito no se ha fortalecido y donde las políticas de seguridad parecen meramente declarativas.
Familias obligadas a investigar lo que el municipio no puede resolver
Ante la falta de resultados, la familia de Jeshua ha realizado gran parte de los rastreos por cuenta propia.
Han colocado lonas, recorrido a pie zonas industriales y atendido reportes ciudadanos sin el acompañamiento regular de las autoridades.
Una de las escenas más dolorosas del caso ocurrió cuando Karla, la madre del joven, descendió al camellón de la autopista México–Querétaro para buscar una mochila similar a la de su hijo.
La imagen es simbólica: mientras el municipio insiste en que “se trabaja en la seguridad”, es la gente quien termina haciendo la labor que debería encabezar el gobierno.
Inseguridad creciente bajo un gobierno que no ha dado resultados
La administración de Daniel Serrano ha prometido reforzar la vigilancia, modernizar cámaras y disminuir índices delictivos. No obstante, los hechos contradicen los discursos:
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Las desapariciones siguen ocurriendo
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Los patrullajes no cubren zonas clave
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Las cámaras de vigilancia municipales no generan resultados visibles
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Los tiempos de respuesta son insuficientes
Cuautitlán Izcalli se ha convertido en un municipio donde la percepción de inseguridad no solo es alta: es palpable, cotidiana y confirmada por casos como el de Jeshua.
Jeshua: un joven que merece ser encontrado y un municipio que merece respuestas
Jeshua, apasionado del freestyle y la música, tenía sueños y proyectos.
Su desaparición no debería normalizarse ni ser un número más en las estadísticas.
La urgencia de encontrarlo se entrelaza con la urgencia de cuestionar la estrategia de seguridad en Izcalli:
un municipio donde caminar 10 minutos puede convertirse en un riesgo de vida, y donde las instituciones no han logrado responder con la rapidez, seriedad y capacidades necesarias.
La desaparición que obliga a mirar de frente la crisis de Izcalli
El caso Jeshua debe ser un punto de inflexión.
No basta con exigir videos a empresas: se requiere un replanteamiento completo de la seguridad municipal, del funcionamiento de las áreas de búsqueda y de la prevención del delito.
Mientras la familia continúa con la búsqueda, la ciudadanía exige algo fundamental:
que el gobierno deje de maquillar cifras y atienda la realidad que está afectando a miles de izcallenses.







