La Comisión de Derechos Humanos (CDH) en Puebla podría estar a punto de enfrentar otro retroceso. Hace cinco años, los legisladores poblanos traicionaron sus propios principios y dejaron sin rumbo la política de derechos humanos en el estado al imponer a Félix Cerezo como presidente de la CDH. Un nombramiento cuestionado desde sus inicios, pues según especialistas, fue decidido por amistades y conveniencia más que por méritos o trayectoria. Hoy, la historia parece repetirse, y Puebla podría encaminarse nuevamente hacia un periodo sombrío en cuanto a avances en materia de derechos humanos.
Según declaraciones de expertos, existe una creciente preocupación por la posible manipulación del proceso de selección de la presidencia de la CDH. Se habla de una persona con estrechos vínculos al grupo político de Alejandro Armenta, cuyo nombre parece encajar más por afinidades políticas que por una experiencia relevante en la defensa de los derechos humanos. La imposición de este perfil encendería alarmas, ya que significaría otra administración incapaz de abordar los problemas más urgentes de derechos humanos en Puebla.
Puebla sin avances en derechos humanos: un ciclo de estancamiento
La imposición de perfiles cuestionables ha derivado en una CDH Puebla que, en lugar de proteger a la ciudadanía y luchar contra los abusos, ha caído en un periodo de inacción. En un estado que enfrenta problemas de violencia, feminicidios, desapariciones y discriminación, la falta de un liderazgo efectivo en la CDH afecta a quienes necesitan de esta institución para garantizar la defensa de sus derechos. Sin un cambio en el proceso de selección, se perpetúa un ciclo en el cual los derechos humanos quedan en un segundo plano, sometidos a los intereses de poder.
La necesidad de un perfil sólido y comprometido
Para el buen funcionamiento de la CDH Puebla, es esencial que se elija a un perfil con una trayectoria destacada y experiencia en el ámbito de los derechos humanos, alguien que realmente entienda las problemáticas sociales y las necesidades urgentes de los grupos vulnerables. Sin embargo, esta situación lamentable deja en evidencia una política de amiguismo y compadrazgo que traiciona la misión de la CDH y, en última instancia, a la ciudadanía.
La ciudadanía y las organizaciones civiles deben exigir que el proceso de selección para presidir la CDH sea transparente y libre de influencias partidistas. Una CDH amañada y manipulada no solo pone en riesgo los avances en derechos humanos, sino que afecta la confianza pública en las instituciones de Puebla, dejando a la población sin una defensa eficaz frente a posibles abusos. Un proceso opaco y lleno de intereses personales solo perpetúa un liderazgo débil y poco comprometido.
Puebla no puede permitirse otro periodo sin avances en derechos humanos. Es urgente que los legisladores poblanos demuestren su compromiso con la ciudadanía y no vuelvan a repetir los errores del pasado. La elección de un presidente de la CDH Puebla debe basarse en criterios de capacidad, ética y una auténtica vocación por la defensa de los derechos humanos, y no en lealtades políticas o compromisos personales. La exigencia es clara: Puebla merece una CDH que trabaje verdaderamente para proteger a su gente, sin imposiciones y con total transparencia.