La Laguna de Salazar, uno de los principales atractivos turísticos de La Marquesa, enfrenta una grave crisis ambiental. La combinación de sequía prolongada, contaminación por aguas residuales, acumulación de basura y la extracción descontrolada de agua pone en riesgo no solo la biodiversidad del lugar, sino también la economía local que depende de este emblemático cuerpo de agua.
Ubicada en el municipio de Lerma, esta laguna ha sido durante años un sitio icónico para el turismo familiar y las actividades recreativas, como paseos en lancha y juegos acuáticos. Sin embargo, su situación actual es alarmante: el nivel del agua disminuye cada día, reduciendo visiblemente su tamaño y generando preocupación entre visitantes y locatarios.
En un recorrido reciente por la zona, se constató cómo el volumen de agua ha descendido drásticamente. A pesar de ello, los comerciantes y prestadores de servicios turísticos continúan operando, utilizando bombas y mangueras para extraer el agua restante con el fin de sostener sus actividades económicas. Esta práctica, aunque comprensible desde una perspectiva de subsistencia, acelera el deterioro del ecosistema.
A esta problemática se suma una aún más preocupante: la descarga constante de aguas grises directamente en la laguna. Desde el año 2021, la planta tratadora de aguas residuales dejó de operar, lo que ha generado una severa contaminación en el lugar. Esta situación amenaza la flora y fauna local, particularmente a las aves acuáticas como los patos, que ven afectado su hábitat por la mala calidad del agua.
Turistas que visitan la laguna expresan su preocupación por el futuro del sitio. Muchos coinciden en que, de no tomarse acciones inmediatas, este emblemático lugar podría desaparecer como atractivo turístico. Esto significaría la pérdida de uno de los espacios naturales más visitados de la región, afectando a cientos de familias que dependen del turismo para subsistir.
En conclusión, la Laguna de Salazar necesita atención inmediata por parte de las autoridades ambientales, municipales y estatales. La reactivación de la planta de tratamiento, la regulación en la extracción de agua y campañas de limpieza son acciones urgentes para preservar este valioso ecosistema.
El futuro de la Laguna de Salazar está en juego, y con ella, el bienestar de una comunidad entera que ha hecho de este lugar un símbolo de identidad y sustento.