Aunque Toluca presume tener una cuarta parte de su territorio bajo protección ambiental, la realidad urbana es distinta. En sus zonas habitadas, el arbolado enfrenta un deterioro sistemático provocado por plagas, malas prácticas de poda, uso de especies inadecuadas y contaminación del suelo. Así lo denunció la ambientalista Karina Ávila Islas.
“Es alarmante ver árboles enfermos, muertos o con plagas en zonas urbanas donde además hay escasa vegetación. Esto afecta la salud del ecosistema y la calidad de vida de las personas”, advirtió Ávila.
Entre los factores que agravan la situación se encuentran el vertedero de aguas contaminadas en los cajetes, el uso de especies no adaptadas al entorno urbano y la exposición constante a contaminantes atmosféricos.
Uno de los problemas más urgentes es la propagación de plagas como el muérdago y los gusanos descortezadores, que se aprovechan del debilitamiento del arbolado urbano. La falta de un diagnóstico actualizado y una estrategia de intervención han dejado a muchas áreas verdes a su suerte.
En respuesta a esta problemática, el ayuntamiento de Toluca, con apoyo ciudadano, ha comenzado a desarrollar el primer Atlas del Arbolado Urbano, una herramienta digital basada en la app Naturalista Urbano, donde vecinas y vecinos pueden reportar árboles enfermos o en riesgo.
“Este mapa vivo del arbolado permitirá planear políticas públicas más eficientes”, explicó Karina Ávila, quien colabora con el proyecto.
Este tipo de acciones representa un paso adelante, pero especialistas coinciden en que se necesita un plan integral de gestión que incluya mantenimiento, monitoreo, reforestación y educación ambiental.
Toluca ha visto un crecimiento urbano de más del 80% en las últimas dos décadas, pasando de 117.5 a 212 km². Este avance ha arrasado áreas naturales y aumentado las superficies impermeables, reduciendo la infiltración de agua y provocando una pérdida drástica de vegetación.
Actualmente, Toluca apenas cuenta con 6.9 m² de áreas verdes por habitante, muy por debajo de los 9-12 m² recomendados por la Organización Mundial de la Salud. En zonas densamente pobladas, esta cifra desciende hasta menos de 1 m² por persona.
La pérdida de vegetación no solo impacta el paisaje; tiene efectos directos sobre la salud humana, la temperatura urbana y la disponibilidad de servicios ecosistémicos, como la recarga del acuífero de Toluca, que hoy presenta un déficit superior a los 140 millones de metros cúbicos anuales.
“Estamos frente a una crisis hídrica que se agrava con el avance de la mancha urbana y la falta de sistemas de captación de lluvia”, señaló la ambientalista.
Ejemplos locales, como una secundaria en Santa María Rayón que abasteció su consumo con agua pluvial durante el estiaje, demuestran que es posible implementar soluciones escalables en hogares, escuelas y edificios públicos.
El futuro de Toluca pasa por un cambio de enfoque. Expertos proponen una gestión integral de cuenca que abarque desde las zonas altas del Nevado de Toluca hasta las colonias urbanizadas. Esto implicaría reforestar áreas erosionadas, establecer zonas de infiltración y actualizar normativas para obligar a nuevos desarrollos a integrar sistemas de captación y tratamiento de agua.
En conclusión, la situación ambiental de Toluca requiere atención urgente. Más allá de la plantación simbólica de árboles o campañas temporales, es indispensable implementar una estrategia integral que detenga el deterioro ecológico, recupere el equilibrio entre urbanización y naturaleza, y garantice un futuro sostenible para sus habitantes.