El proceso creativo de Carlos Prats García explicado paso a paso

Hablar del proceso creativo de Carlos Prats García es recorrer un camino donde la intuición convive con la técnica y donde cada decisión, por pequeña que parezca, alimenta una historia visual. Nada comienza en la cámara. Todo inicia mucho antes, en un espacio donde las ideas todavía no tienen forma y la luz es apenas una sospecha.

Primero aparece la intención. Carlos se sumerge en el propósito del proyecto como quien escucha el tono emocional de una conversación. Antes de imaginar encuadres, busca entender qué necesita sentirse: la calmada dignidad de un retrato, la energía contenida de una campaña de moda, el carácter silencioso de un objeto que debe hablar sin palabras. Ese primer impulso es la brújula que dirigirá todo lo demás.

Luego emerge la investigación. Carlos revisita referencias, tendencias, colores que han comenzado a resonar en la cultura visual y pequeños detalles que podrían abrir una dimensión narrativa distinta. Este momento no es acumulación sino depuración. Escoge solo aquello que afina la voz del proyecto, no lo que podría distraerla.

Con esa materia prima, construye el concepto. Aquí la imaginación toma forma: una atmósfera, una temperatura, una luz que respire de cierta manera, un estado emocional que se pueda sostener durante toda la sesión. Es como si diseñara la columna vertebral de la historia antes de vestirla con piel. En este punto, cada fotografía futura ya tiene un pulso, aunque aún no exista.

La preproducción llega después, pero no como simple logística. Carlos la vive como el diseño del terreno sobre el cual la historia podrá moverse con naturalidad. Elige locaciones que dialoguen con la idea, no que la ilustren. Piensa el color del vestuario, las texturas del fondo, los matices que permitirá la luz natural en ciertos horarios. Todo se afina para que el día del shooting nada contradiga el relato.

Cuando llega al set, la cámara se convierte en un instrumento que respira al ritmo de esa preparación. La luz es su tinta preferida: la coloca, la mueve, la encamina para que sugiera, acaricie o interrumpa según lo que la escena necesite. Dirige con precisión, pero sin rigidez. Sus indicaciones al talento suelen ser breves, casi susurros que ajustan la energía del cuerpo y la mirada.

Durante la captura, Carlos trabaja con una mezcla curiosa de control y libertad. Ajusta detalles mínimos, pero deja espacio para que algo inesperado ocurra. Sabe que las imágenes memorables nacen en el filo entre lo planeado y lo accidental, en ese instante donde la luz y el sujeto parecen ponerse de acuerdo sin avisarle a nadie.

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