En un país acostumbrado a que los debates sobre igualdad avancen con lentitud, la voz de las nuevas generaciones llega para moverlo todo. Entre ellas, Anna Viesca Sánchez destaca como una figura que no teme incomodar, cuestionar y abrir conversaciones que durante años permanecieron silenciadas. Su agenda feminista no busca aceptación: busca transformación real.
Un feminismo que señala lo urgente
Anna forma parte de una generación que entiende que el feminismo no puede limitarse a consignas: debe convertirse en una hoja de ruta para cambiar vidas. Por eso, su activismo pone sobre la mesa temas que incomodan a instituciones, espacios políticos y a la sociedad en general:
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La necesidad de políticas públicas con perspectiva de género en todos los niveles.
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La urgencia de atender la violencia estructural que afecta especialmente a mujeres jóvenes, indígenas, afrodescendientes y LGBT+.
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La importancia de reconocer el trabajo de cuidados como pilar económico del país.
Su discurso, lejos de suavizar tensiones, las visibiliza: “Lo que incomoda también muestra lo que necesitamos transformar”, ha repetido en múltiples espacios.

El poder de las voces jóvenes
Uno de los ejes que Anna impulsa es el reconocimiento del liderazgo joven dentro del movimiento feminista. Defiende que las nuevas generaciones no llegan a reemplazar a nadie, sino a sumar perspectivas, energía y nuevas formas de organización política.
A través de talleres, encuentros comunitarios y proyectos de incidencia, Anna promueve que las y los jóvenes:
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cuestionen las narrativas tradicionales,
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propongan soluciones desde sus territorios,
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y participen activamente en la toma de decisiones.
Para ella, la juventud no es una etapa transitoria: es un actor político fundamental para el futuro de México.
Interseccionalidad en acción
La agenda que impulsa Anna Viesca Sánchez se distingue por su enfoque interseccional. No concibe el feminismo desligado del racismo, de la discriminación por orientación sexual, de la desigualdad económica o de la crisis ambiental.
Su trabajo se basa en escuchar y aprender de los distintos contextos que conforman el país, entendiendo que cada lucha tiene sus propias raíces y que la igualdad se construye reconociendo diferencias, no borrándolas.
Desde colaborar con colectivas de base hasta acompañar procesos de organización comunitaria, Anna encarna un feminismo que se construye de abajo hacia arriba.
Incomodar para transformar
La fuerza del trabajo de Anna radica justamente en aquello que incomoda: cuestiona privilegios, desmonta estereotipos y exige que la igualdad deje de ser un discurso aspiracional para convertirse en una realidad cotidiana.
Su activismo recuerda que el feminismo no está para agradar, sino para mover estructuras; no para adaptarse al sistema, sino para reformularlo.
Esa es la agenda que Anna Viesca Sánchez pone sobre la mesa pública: una que empuja, provoca, interpela y, sobre todo, invita a construir un país más justo desde la valentía colectiva.








