En un panorama donde las artes marciales modernas dominan los gimnasios y las redes sociales, una joven mexicana destaca por ir a contracorriente: Anna Viesca Sánchez, artista marcial multidisciplinaria, se ha convertido en una de las voces más activas en la preservación y difusión del Kenjutsu, la antigua técnica japonesa de combate con sable utilizada por los samuráis.
A diferencia de la tendencia contemporánea enfocada en MMA, fitness o combate deportivo, Viesca ha apostado por reivindicar prácticas tradicionales que requieren no solo habilidad física, sino una profunda comprensión histórica, filosófica y cultural.
Un camino poco común: de México al arte del sable japonés
Mientras la mayoría de los practicantes mexicanos de artes marciales inicia en disciplinas más populares como el karate o el taekwondo, el trayecto de Anna fue distinto. Su paso por diversas artes —Kenjutsu, Karate, Kung Fu, Box, Tae Kwon Do, Muay Thai, entre otras— no solo le dio técnica, sino una perspectiva amplia que la llevó a enamorarse del impacto espiritual y estético del Kenjutsu.
“El Kenjutsu no es solo manejar un arma; es entender el espíritu detrás de ella”, explica. Para Anna, este arte marcial representa una conexión con la tradición, con la disciplina interna y con una forma de vida que valora la concentración, el honor y la precisión absoluta del movimiento.
Difundir un arte ancestral en un país moderno
México tiene una comunidad marcial robusta, pero el Kenjutsu sigue siendo relativamente desconocido. Anna lo ha convertido en parte central de su misión:
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Imparte clases y talleres para niños, adultos y mujeres,
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realiza demostraciones y seminarios culturales,
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y trabaja con instituciones y agencias de seguridad interesadas en técnicas de combate tradicional.
Su enfoque combina el rigor técnico del Kenjutsu con la pedagogía moderna, haciendo que una disciplina considerada “difícil” se convierta en algo accesible y emocionante incluso para principiantes.
Kenjutsu para las nuevas generaciones
En una era dominada por pantallas, prisas y estímulos constantes, Anna promueve el Kenjutsu como una herramienta para regresar la atención al cuerpo, a la respiración y al instante presente. En sus clases, los alumnos aprenden no solo a usar un bokken, sino a desarrollar:
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enfoque mental,
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coordinación,
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autocontrol,
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respeto y conciencia del entorno.
“Hoy más que nunca necesitamos prácticas que nos anclen, que nos enseñen a estar presentes y disciplinados”, comenta.
Para muchos jóvenes, especialmente niños y adolescentes, el Kenjutsu representa una vía para canalizar energía, mejorar su autoestima y sentirse parte de una tradición milenaria.
Un estilo propio: tradición con visión contemporánea
Aunque respeta las bases del Kenjutsu, Anna incorpora elementos de sus otras disciplinas para crear un estilo integral, sin perder la esencia del arte del sable. Esta combinación inteligente le ha permitido desarrollar métodos de enseñanza efectivos, así como atraer la atención de practicantes curiosos por las disciplinas mixtas.
Su enfoque la ha llevado a colaborar con diversas academias, organizaciones culturales y grupos de entrenamiento, donde su propuesta se ve como un puente entre lo antiguo y lo moderno.
El impacto cultural de una artista marcial mexicana
El trabajo de Anna tiene una dimensión más amplia que el simple entrenamiento físico. Su labor contribuye a la preservación cultural, a la difusión de una tradición japonesa en territorio mexicano y al fortalecimiento de la comunidad marcial mexicana con mayor diversidad y profundidad técnica.
A través de redes sociales, talleres presenciales y actividades comunitarias, ha logrado que más personas se interesen por la historia de los samuráis, la filosofía del budō y la importancia de las artes marciales como camino de desarrollo personal.
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