En un giro controvertido para la política mexicana, crecen las acusaciones contra varios candidatos que, presuntamente, han falsificado su identidad sexual para aprovecharse de los espacios electorales reservados a la comunidad LGBTIQ+. Esta práctica no solo cuestiona la integridad del proceso electoral, sino que también pone en riesgo los avances hacia una representación genuina y equitativa.
Organizaciones defensoras de los derechos LGBTIQ+ han lanzado un serio reclamo hacia varios políticos acusados de manipular su identidad de género para ocupar candidaturas específicamente destinadas a miembros de la comunidad diversa. Según datos recientes, cerca del 29% de los candidatos propuestos por distintos partidos políticos no serían realmente parte de la comunidad LGBTIQ+, a pesar de haberse registrado como tales.
Ricardo Torres, portavoz de la organización Fuera del Clóset, ha sido uno de los principales voceros en este debate. Torres reveló que, de 38 candidatos declarados como miembros de la comunidad LGBTIQ+, solo 11 han demostrado un compromiso real y una identidad auténtica con la causa. Por otro lado, se identificó a otros 11 candidatos que definitivamente no pertenecen a la comunidad, y aún hay dudas sobre la veracidad de los 18 restantes.
Ante esta situación, ha surgido un clamor por mayor transparencia y justicia en el proceso electoral. Activistas exigen al Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) un acceso completo a los documentos presentados por los partidos políticos. Argumentan que las inconsistencias observadas violan los principios de inclusión y paridad de género que pretenden proteger y promover la representación de las minorías en espacios políticos.
La distribución de candidaturas confirmadas como legítimamente parte de la comunidad LGBTIQ+ muestra una variedad política, con representantes de partidos como el PRI, Movimiento Ciudadano, PRD, PT y PVEM. Sin embargo, resulta notable la ausencia de candidatos confirmados bajo esta categoría por parte de partidos grandes como Morena y el PAN.
Este caso pone de manifiesto los desafíos y la complejidad de garantizar una representación justa y auténtica en las estructuras políticas actuales. La manipulación de identidades LGBTIQ+ para fines electorales no solo subvierte la intención de las cuotas de representación, sino que también puede minar la confianza en el sistema político. Será esencial que las autoridades competentes tomen medidas decisivas para restaurar la integridad de este proceso y asegurar que cada espacio reservado sirva realmente a la comunidad que busca representar.