Estudiantes, peatones y pacientes de hospitales cercanos enfrentan diariamente una problemática ambiental en la zona de la avenida López Portillo: los intensos olores provenientes del rastro municipal de Toluca.
El matadero, ubicado en una zona de alto tránsito estudiantil y hospitalario, emite fuertes hedores, especialmente durante las mañanas, cuando se intensifica la actividad de sacrificio de animales. Según testimonios de alumnos de instituciones cercanas, los olores llegan a penetrar las aulas, obligando a muchos a usar cubrebocas para mitigar los efectos.
“A veces tenemos que dar clases con cubrebocas, no por enfermedades, sino para no marearnos por el olor”, comentó una estudiante afectada.
Durante la temporada de lluvias, los olores fétidos se intensifican, lo que ha generado mayor incomodidad entre quienes transitan diariamente por esta zona. Algunos ciudadanos afirman que el problema va más allá de un simple olor a animales: en ocasiones, se perciben aromas similares a carne en descomposición.
Esta situación no solo afecta la calidad de vida de los estudiantes, sino también a quienes acuden a los hospitales ubicados en las inmediaciones del rastro municipal. Peatones y trabajadores del sector salud coinciden en que el ambiente debería estar más controlado, considerando la naturaleza de las actividades cercanas.
Los ciudadanos hacen un llamado urgente al gobierno municipal de Toluca para que se refuercen las medidas de control y gestión de residuos en el rastro. La falta de una regulación efectiva no solo deteriora el entorno urbano, sino que representa un riesgo potencial para la salud pública.
Especialistas en salud ambiental sugieren que los mataderos deben contar con sistemas de tratamiento de desechos más rigurosos, así como protocolos de limpieza que reduzcan la emisión de olores a la vía pública.
En conclusión, la situación del rastro municipal no solo representa un foco de contaminación olfativa, sino que también refleja una problemática estructural sobre la gestión de residuos animales en espacios urbanos. A largo plazo, la exposición continua a malos olores puede afectar el bienestar psicológico y físico de quienes viven o estudian en las cercanías.