Con el objetivo de proteger la integridad de niñas, niños y adolescentes, la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTI) del Estado de México dio a conocer un nuevo Protocolo para la Erradicación del Acoso Escolar en Educación Básica, una herramienta que busca prevenir, detectar y atender situaciones de violencia dentro y fuera de los planteles escolares.
El documento, publicado el 18 de diciembre en la Gaceta de Gobierno, establece lineamientos claros para garantizar entornos educativos seguros, además de reforzar la corresponsabilidad entre autoridades escolares, docentes y familias.
El protocolo reconoce que el acoso escolar no es un fenómeno aislado y que puede manifestarse tanto en aulas como en espacios digitales. Por ello, la estrategia contempla la identificación de conductas de riesgo en estudiantes, las cuales deben entenderse como señales de alerta temprana y no como pruebas definitivas.
Estas acciones preventivas buscan intervenir de manera oportuna antes de que una situación de riesgo escale a un caso grave de violencia escolar.
De acuerdo con la legislación estatal, el acoso escolar se refiere a cualquier forma de violencia que se presente en el entorno educativo y que afecte la dignidad de quienes integran la comunidad escolar. Este tipo de conductas puede provocar consecuencias físicas, emocionales, psicológicas y sociales en las víctimas.
El marco normativo reconoce diversas formas en las que puede presentarse el acoso escolar, entre ellas:
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Acoso físico, ya sea directo o indirecto, cuando existe daño corporal.
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Violencia verbal, que incluye insultos, amenazas o humillaciones.
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Acoso psicoemocional, mediante acciones u omisiones que buscan intimidar, controlar o menospreciar a la víctima, afectando su autoestima.
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Ciberacoso, realizado a través de redes sociales, plataformas digitales o herramientas tecnológicas.
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Acoso sexual, que comprende actos, insinuaciones o comentarios de carácter sexual que vulneren la intimidad y dignidad de niñas, niños y adolescentes, incluso sin contacto físico.
Las autoridades subrayan que estas conductas pueden combinarse y prolongarse en el tiempo, incrementando el daño hacia las víctimas.
El protocolo establece una ruta de actuación clara para el personal educativo. Cuando se detecte un posible caso, el docente deberá informar de inmediato por escrito a la dirección del plantel y recabar evidencias que ayuden a esclarecer los hechos.
Además, se deberá notificar por separado a las madres, padres o tutores tanto de la víctima como del estudiante señalado, explicando el procedimiento que se seguirá.
Los subsistemas educativos estatales y federalizados deberán elaborar informes trimestrales sobre los casos identificados, atendidos y canalizados, los cuales serán remitidos al Consejo Escolar para el Bienestar en el Estado de México (CONEBI).
Cada situación requerirá un plan de intervención, que incluya atención a todas las partes involucradas. También se contempla la firma de una carta compromiso por parte del estudiante que incurrió en la conducta de acoso y de su familia, quienes deberán asumir la responsabilidad de cumplir los acuerdos establecidos.
Asimismo, las autoridades escolares deberán garantizar medidas de acompañamiento, vigilancia y protección tanto para la víctima como para quienes participaron directa o indirectamente en el caso, y determinar si es necesaria la canalización a instancias especializadas.
Con este protocolo, la SECTI busca consolidar una cultura de prevención, denuncia y atención del acoso escolar en el Estado de México, priorizando el bienestar emocional y físico del alumnado.
En conclusión, la implementación de estas medidas refuerza el compromiso institucional de avanzar hacia escuelas seguras y libres de violencia, donde el respeto y la convivencia sana sean la base del desarrollo educativo.
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