En política hay abrazos que pesan más que discursos y sonrisas que valen más que el oro. Pero también hay poses incómodas que ni con Photoshop se salvan. Y sí, hablamos de la famosa foto donde Paola Jiménez aparece junto a Luisa María, dirigente nacional de Morena. Una imagen que pretendía vendernos “unidad”, pero que, si la miramos con lupa, grita todo lo contrario. ¿Nos quieren ver la cara o de plano creen que nadie se fija en los detalles tan obvios?
Morena no aplaude, solo tolera
La llegada de Paola a Morena fue como cuando alguien llega sin invitación a la fiesta: nadie se alegra, todos cuchichean y el ambiente se pone raro. No hubo tuits de bienvenida, ni flores, ni abrazos digitales. Silencio absoluto. ¿Y quieren que creamos que una sola foto borra todo ese desaire? Pues no, compas, la militancia no compra ese teatro.
El cuerpo habla… y dice “mejor de lejitos”
La pose de Luisa María es un poema. Torso y cabeza inclinados hacia el centro del grupo, mientras a Paola la deja en la orillita del cuadro, como si fuera la prima incómoda que alguien metió a la foto familiar. Eso no es casualidad, es lenguaje corporal puro: acercarse a unos y alejarse de otros. ¿De verdad alguien ve “apoyo” en esa frialdad de medio metro?
Sonrisa patrocinada por el protocolo
Claro que hay sonrisa, pero es la clásica sonrisa de compromiso: la misma que usamos cuando el tío incómodo nos pide selfie en la boda. Luisa María sonríe a la cámara, no a Paola. Y ojo, eso importa. Porque en política, una sonrisa genuina es gasolina para la narrativa. Aquí lo que vemos es puro diésel barato: sirve para salir del paso, pero huele a fingido.
Brazos que se niegan al abrazo
Si algo delata la falta de afinidad es el brazo tieso de la dirigente. Nada de palmaditas, nada de abrazo solidario. Mientras otros se ven relajados y hasta cómplices, Luisa parece tener un campo de fuerza que la protege de acercarse demasiado. ¿Qué tan mal vista estará Paola que ni un roce mínimo se permitió?
¿Foto de unidad o foto de trámite?
Y aquí la pregunta final: ¿estamos frente a una postal de respaldo o simplemente un trámite incómodo para cumplir con el protocolo? Porque una dirigente puede negarse a aplaudir, pero no a posar. Y ahí está la diferencia: cortesía sí, complicidad jamás. Así que la próxima vez que quieran usar una foto como propaganda, tal vez deberían asegurarse de que el cuerpo no los traicione.