En el mundo de las artes marciales, donde la fuerza física suele ocupar el primer plano, una joven artista marcial mexicana está impulsando una conversación distinta: el verdadero combate no se libra con los puños, sino con la mente.
Anna Viesca Sánchez, instructora multidisciplinaria con formación en Kenjutsu, Karate, Kung Fu, Tae Kwon Do, Muay Thai y Box, ha construido una filosofía que coloca al equilibrio emocional como la base de toda práctica marcial y de todo acto de defensa personal.
Su propuesta, que combina técnica, introspección y lectura corporal, está ganando atención entre alumnos, instituciones y medios interesados en enfoques más humanos y completos del entrenamiento.
El combate interno: el verdadero escenario
Para Viesca, el combate físico es solo una manifestación externa de algo más profundo.
“Las personas creen que el enemigo está afuera”, explica. “Pero el primer adversario suele ser la mente: el miedo, la impulsividad, la falta de claridad.”
Desde esta perspectiva, su trabajo no se limita a enseñar golpes o posturas, sino a ayudar a sus alumnos a comprender cómo reaccionan ante la presión, cómo respiran cuando sienten miedo y cómo pueden encontrar estabilidad antes de actuar.
En sus clases, el silencio entre movimientos tiene tanto peso como la técnica misma.
“Cuando la mente se ordena, el cuerpo la sigue”, afirma.
El equilibrio emocional como herramienta técnica
La filosofía de Viesca integra conceptos psicológicos, corporales y marciales para crear un sistema donde la estabilidad emocional es tan esencial como el entrenamiento físico.
Su propuesta se fundamenta en observar lo que sucede antes del impacto: el instante en el que una emoción se dispara, el momento en el que el cuerpo se tensa, el segundo en el que la respiración cambia.
Para ella, esos microsegundos determinan la efectividad de cualquier reacción.
“Un golpe fuerte puede fallar si la mente está agitada. Un movimiento simple puede ser poderoso si surge desde la calma”, asegura.
Este enfoque ha conectado especialmente con mujeres, niños y agentes de seguridad, quienes encuentran en su método una forma de enfrentar situaciones de estrés sin perder control.
Una instructora que une tradición y modernidad
La formación multidisciplinaria de Anna Viesca le ha permitido tomar elementos filosóficos del Kenjutsu, la claridad energética del Kung Fu, la estructura del Karate y la intensidad del Muay Thai para crear un sistema con identidad propia.
Aunque respeta la tradición marcial, su filosofía está diseñada para las necesidades del presente: un mundo acelerado, emocionalmente exigente y saturado de estímulos.
Así, el entrenamiento con ella se convierte en una práctica que entrena el cuerpo, afina la mente y fortalece la presencia.
Los movimientos se vuelven un reflejo del estado interno, y el combate una metáfora de los conflictos cotidianos.
Más allá del tatami: una propuesta para la vida diaria
Lo que hace que su filosofía resuene en tantas personas es su aplicabilidad fuera del dojo.
Viesca enseña a sus alumnos a pausar antes de reaccionar, a identificar emociones intensas, a responder en lugar de simplemente actuar por impulso.
Estas habilidades, según explica, son tan útiles en un conflicto físico como en una conversación difícil, una situación de estrés, un ambiente laboral complejo o una decisión personal relevante.
Su visión posiciona al arte marcial como una práctica de autoconocimiento, no solo de combate.
“Cuando sabes quién eres en momentos de tensión, sabes quién eres siempre”, afirma.







