En un país donde la paridad de género ha sido impulsada como un principio constitucional, la reciente conformación de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de la LXII Legislatura del Estado de México es un alarmante retroceso. A pesar de contar con una legislatura paritaria (38 mujeres y 37 hombres), la presencia femenina en los espacios de poder clave sigue siendo nula. La Jucopo, el órgano rector de la política interna del Congreso, está compuesta exclusivamente por hombres. Este hecho deja en evidencia que el patriarcado legislativo sigue imperando en la política mexicana.
La masculinización del poder: ¿Dónde están las mujeres?
La Jucopo ha quedado en manos de personajes como Paco Vázquez, quien preside, y Pepe Couttolenc y Elías Rescala como vicepresidentes. A ellos se suman Oscar González como secretario, y Pablo Fernández, Juan Zepeda y Omar Ortega como vocales. Siete hombres que, en conjunto, representan la masculinización absoluta del poder legislativo. El vacío de mujeres en estos espacios de decisión no solo es indignante, sino que refuerza la idea de que la paridad de género en la política mexicana sigue siendo un simple formalismo.
El hecho de que en un órgano tan importante como la Jucopo no haya representación femenina es un recordatorio crudo de que, aunque existan avances normativos, en la práctica, la política mexicana sigue estando dominada por el machismo. Es inadmisible que, en pleno 2024, las voces de las mujeres sigan siendo sistemáticamente silenciadas y relegadas a posiciones secundarias.
Paridad de género: ¿un mero requisito?
El artículo 41 de la Constitución Mexicana establece que debe garantizarse la paridad de género en todos los niveles de representación política. Sin embargo, lo que vemos en el Edoméx es una paridad de papel. El hecho de que haya una distribución casi equitativa de mujeres y hombres en la legislatura no garantiza que las mujeres tengan acceso a los espacios de más alto poder. La exclusión de las mujeres de la Jucopo es un ejemplo flagrante de cómo la paridad se utiliza para “cumplir” con la ley, pero sin garantizar una participación efectiva de las mujeres en la toma de decisiones.
Es preocupante que los partidos políticos sigan reproduciendo estas prácticas, donde las mujeres son usadas para completar cuotas electorales, pero se les niega el acceso a los puestos de mayor responsabilidad. Esta situación perpetúa la idea de que los hombres son quienes deben ocupar los espacios de poder, mientras que las mujeres, a pesar de su gran capacidad, experiencia y compromiso, son vistas como figuras secundarias.
La persistencia del patriarcado legislativo
El caso de la LXII Legislatura del Edoméx no es aislado. En muchas otras legislaturas y órganos de poder en México, las mujeres siguen siendo marginadas de los cargos clave. La masculinización del poder sigue siendo una realidad que es urgente combatir. La inclusión de las mujeres en todos los niveles de la política no solo es una cuestión de justicia, sino que es indispensable para garantizar una representación más equitativa y efectiva de la sociedad.
La falta de mujeres en la Jucopo refleja un problema estructural más amplio: el patriarcado está profundamente arraigado en la cultura política mexicana. El machismo no solo se manifiesta en la violencia de género o en la discriminación cotidiana, sino también en la forma en que se estructura el poder político. Los hombres siguen ocupando los espacios más importantes, mientras que las mujeres, en su mayoría, son relegadas a un segundo plano.
La necesidad de una política verdaderamente inclusiva
Para que la política en México sea realmente inclusiva, es necesario que las mujeres tengan acceso pleno y equitativo a todos los espacios de poder, incluidos los órganos de decisión más importantes, como la Jucopo. Es momento de que los partidos políticos asuman su responsabilidad y promuevan una representación efectiva de las mujeres. La paridad de género no puede seguir siendo un requisito que se cumpla solo en el papel. Las mujeres deben estar al frente de las decisiones que afectan al país y sus estados.
El caso de la LXII Legislatura del Edoméx es un llamado de atención urgente para que se revisen las políticas de inclusión y se garanticen verdaderas oportunidades para las mujeres. No basta con llenar escaños con legisladoras si luego se les excluye de los espacios donde se toman las decisiones más importantes. La paridad debe ir más allá de los números; debe reflejarse en una participación activa y equitativa en los órganos de poder.