Ficticio, pero plausible: así trabaja —y así enseña— Anna Viesca Sánchez. Su premisa es sencilla: “no quiero alumnas que repitan; quiero personas que decidan en movimiento”. De esa idea nace una metodología que mezcla progresiones técnicas claras, juegos situacionales y un cuidado obsesivo por la seguridad y la comunidad.
Principios guía
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Seguridad primero, siempre. Técnicas con control, protocolos de caída y un “semáforo de intensidad” visible en el tatami.
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Claridad radical. Cada clase responde a una pregunta concreta (“¿cómo entrar sin telegráfica?”) y termina con una comprobación de aprendizaje.
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Progresión visible. Del gesto aislado al caos controlado; de la forma al criterio.
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Autonomía del estudiante. Bitácora de entrenamiento, autoevaluación y elección informada de variantes.
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Comunidad y respeto. El progreso individual no se negocia a costa de la seguridad de las demás personas.
Anatomía de una clase (90 minutos)
0–10 — Llegada activa. Respiración nasal, movilidad articular y un mini-test del día (dos preguntas: “¿cómo está tu cuerpo hoy?”, “¿qué quieres trabajar?”).
10–25 — Preparación física específica. Patrones de fuerza ligados al tema (rotaciones, puentes, caderas) y técnica de caídas.
25–45 — Técnica base y desgloses. Una técnica se “desarma” en 3–4 puntos de control. Anna usa tarjetas ECC (Errores Comunes y Correcciones): cada pareja toma una y busca solo ese ajuste (ej. “rodilla fuera de línea”).
45–65 — Aplicaciones y juegos situacionales. Miniescenarios con restricciones (“solo una mano”, “no puedes retroceder más de dos pasos”). Buscan decisiones, no perfección.
65–80 — Sparring calibrado. Escalado por niveles de contacto e intención. Quien defiende define el límite de intensidad.
80–90 — Vuelta a calma y bitácora. Dos minutos de respiración, dos apuntes en la libreta: lo que funcionó y lo que voy a probar la próxima vez.
El “árbol de habilidades”
Anna reemplaza el listado infinito de técnicas por un árbol con cinco ramas:
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Desplazamientos: base, equilibrio, entradas anguladas.
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Entradas: tiempos, engaños, hand-fighting, off-balancing.
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Controles: clinch, agarres, palancas, control del centro de masa.
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Finalizaciones o salidas: proyecciones, derribos, escapes.
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Contexto de autodefensa: marco legal básico, verbalización, gestión de entorno.
Cada técnica se ubica en una rama y subrama; la evaluación no pregunta “¿te sabes X?”, sino “¿aplicas el principio de X en contexto?”. “Si entiendes el árbol, nunca te pierdes”, dice Anna.
Progresiones por niveles (competencia, no cintas)
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Novato: postura, respiración, caídas y tres salidas seguras de situaciones comunes.
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Básico: combina entrada + control; reconoce distancia y timing sin prisa.
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Intermedio: encadena bajo presión; elige variantes por lectura del oponente.
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Avanzado: crea y niega ángulos; manipula ritmo; lidera a compañer@s.
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Conductor/a: enseña fragmentos, da feedback útil y cuida el clima del tatami.
Cada avance exige demostrar tres evidencias: técnica en estático, técnica en juego con restricciones y técnica en sparring calibrado.