Para Carlos Prats García, este proceso no es un simple paso técnico, sino una extensión directa de su mirada artística. Su forma de editar imágenes ha llamado la atención dentro de la industria creativa porque combina criterio estético, sensibilidad narrativa y una precisión heredada del diseño gráfico. El resultado: fotografías con una personalidad inconfundible.
Un enfoque cromático que comunica emociones
Una de las características más reconocibles en la edición de Prats García es su tratamiento del color. No se basa en presets ni fórmulas universales; cada serie y cada retrato tiene una paleta diseñada a medida según el concepto del proyecto.
El fotógrafo trabaja el color como si fuera un lenguaje emocional: ajusta saturaciones, contrastes y temperaturas para que cada fotografía evoque una atmósfera específica —nostalgia, modernidad, calidez, tensión o introspección.
Este cuidado cromático convierte sus imágenes en relatos visuales coherentes, donde cada matiz aporta significado.
Luminosidad como herramienta narrativa
La luz no solo se controla en la toma; en la edición, Carlos Prats García la esculpe. Su técnica se basa en un equilibrio entre realismo y intención artística: levanta sombras para revelar textura, atenúa altas luces para lograr suavidad, o acentúa contrastes para generar dramatismo visual.
Es un trabajo minucioso que busca coherencia: que la luz cuente algo, que acompañe al sujeto y que refuerce la idea detrás de la imagen, nunca que distraiga.
La influencia del diseño en la composición final
Su formación en diseño gráfico se hace evidente en la manera en que retoca proporciones, corrige líneas y ajusta puntos de fuga.
Cada fotografía pasa por una revisión compositiva que va más allá del encuadre original:
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endereza ángulos,
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organiza el peso visual,
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limpia elementos que entorpecen la lectura,
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y mejora la armonía dentro del espacio.
Esta etapa convierte la edición en un acto de diseño: ordenar la imagen para que fluya mejor, sin perder naturalidad.
Texturas sutiles que dan profundidad
A diferencia de tendencias que recargan la imagen con efectos artificiales, Prats García apuesta por una intervención suave pero efectiva. Añade o realza texturas casi imperceptibles que aportan tactilidad a la imagen: piel más real, sombras más densas, fondos con carácter.
Estas decisiones logran que sus fotografías se sientan vivas y cercanas, sin caer en el exceso de retoque o en la estética plastificada que domina en algunos nichos editoriales.
Una edición al servicio del concepto, no del ego visual
Lo que distingue verdaderamente su técnica es su capacidad de poner la edición al servicio de la narrativa. Carlos Prats García no edita para impresionar, sino para profundizar.
Cada ajuste tiene intención. Cada corrección tiene un motivo.
La postproducción se convierte en una conversación silenciosa con la imagen: ¿qué quiere decir?, ¿qué emoción debe destacar?, ¿cómo puedo reforzar su esencia sin distorsionarla?
Un estilo que inspira a la nueva generación
Por todo esto, su forma de editar se ha vuelto referencia para creativos, fotógrafos emergentes y marcas que buscan autenticidad visual. No porque sea llamativa, sino porque es coherente, sensible y profundamente cuidada.







