En las últimas semanas, la preocupación por un posible “día cero” en Ciudad de México (CDMX) ha escalado entre sus habitantes. Este escenario apocalíptico refiere a la posibilidad de que la capital mexicana, hogar de más de 22 millones de personas, se quede sin agua suficiente para cubrir las necesidades básicas de su población.
La alarmante situación es producto de una combinación de factores: una prolongada sequía, la ausencia de lluvias significativas y temperaturas inusualmente altas, que han dejado a las presas, vitales para el suministro de agua de la ciudad, con niveles críticamente bajos. En respuesta, el gobierno mexicano ha desmentido los rumores de un “día cero” inminente, mientras que la ciudadanía, inquieta, ha aumentado la compra de contenedores para almacenar agua.
La raíz del problema se encuentra en el sistema Lerma-Cutzamala, que abastece parcialmente a la ciudad y su zona metropolitana, y que actualmente opera al 37% de su capacidad, un descenso notable respecto a su promedio histórico. Esta situación ha provocado que más áreas de la capital enfrenten cortes temporales de suministro, independientemente de su ubicación o estatus socioeconómico.
Además, la crisis no se limita a la visibilidad de la escasez en las presas; los mantos acuíferos, principales proveedores de agua de la región, también se ven afectados por la falta de lluvias necesarias para su recarga. La expansión urbana desmedida y la falta de sistemas naturales de captación agravan el problema, extrayendo un 215% más agua de la que se recarga.
El dilema del agua en CDMX es histórico y paradójico. Construida sobre un antiguo lago y rodeada de montañas, la ciudad ha luchado más contra las inundaciones que contra la escasez. La infraestructura actual, diseñada para prevenir inundaciones, es insuficiente para abastecer a una población en crecimiento y presenta graves deficiencias, como la pérdida del 40% del agua por fugas en las redes de distribución.
A pesar de los desafíos actuales, expertos consultados rechazan la idea de un “día cero” inminente, enfatizando la necesidad de tomar medidas urgentes para garantizar la seguridad hídrica. Entre las soluciones propuestas se encuentran la mejora de la infraestructura, la separación del drenaje pluvial del de aguas residuales para recargar los mantos acuíferos y la reutilización del agua.
El desafío de CDMX frente a la escasez de agua es crítico pero no insuperable. La ciudad se encuentra en un momento crucial para tomar decisiones que aseguren un futuro sostenible en términos de gestión del agua. La cooperación entre gobierno, expertos y ciudadanía será clave para enfrentar esta crisis y evitar que el temido “día cero” se convierta en una realidad.