El Nevado de Toluca, joya natural del Estado de México y orgullo turístico nacional, se ha convertido en escenario de tragedias que se repiten con una inquietante frecuencia. Lo que debería ser una experiencia segura y memorable para las familias mexicanas y visitantes extranjeros, está siendo empañado por un negocio turbio: una red de comerciantes y transportistas que acaparan el traslado a la cima, sobrecargan vehículos y, según múltiples denuncias, operan con total impunidad.
El monopolio que controla la cima
En la entrada al parque, los turistas son interceptados por grupos que controlan el transporte. No es una simple oferta: es una imposición disfrazada de “servicio obligatorio”. Quien intente subir por su cuenta o contratar a otro prestador se topa con la hostilidad de quienes manejan este lucrativo negocio.
No hay competencia, no hay transparencia y, lo peor, no hay reglas claras que se respeten. El objetivo es uno: subir la mayor cantidad de personas en el menor número de viajes para maximizar ganancias, aunque eso signifique poner en riesgo vidas humanas.
Sobrecupo y negligencia
Camionetas tipo pick-up, sin las adecuaciones mínimas para transportar personas en montaña, suben y bajan por caminos de terracería estrechos, con pendientes peligrosas y sin protecciones. Bancas improvisadas, pasajeros sin cinturón de seguridad, exceso de peso… la fórmula perfecta para el desastre.
¿De verdad es aceptable que un destino turístico de talla internacional opere con estándares de seguridad dignos de una ruta clandestina? ¿Qué dicen las autoridades ante estas prácticas?
Las autoridades: ¿cómplices por omisión?
El Nevado de Toluca es un Área Natural Protegida. Existen reglamentos, zonas restringidas y lineamientos para el acceso. Sin embargo, la realidad es que la vigilancia es intermitente, la regulación inexistente y las sanciones, cuando las hay, no disuaden a nadie.
¿Por qué no hay retenes permanentes para verificar el estado mecánico de los vehículos? ¿Por qué no se exige un cupo máximo y equipo de seguridad para cada pasajero? ¿Por qué se permite que una “mafia” local decida quién sube y cómo, en vez de las autoridades?
Tragedias que pudieron evitarse
Cada año se registran accidentes: camionetas volcadas, caídas por barrancas, decenas de lesionados y, en más de un caso, muertes. Muchos de estos siniestros tienen un mismo patrón: sobrecupo, falta de mantenimiento en los vehículos, conductores sin capacitación especializada y caminos en malas condiciones.
Lo más indignante es que estos hechos no son “impredecibles”. Son la consecuencia directa de una cadena de negligencias que se repite sin que nadie intervenga.
Un turismo que asusta
El turismo de montaña debe ser sinónimo de aventura segura, pero hoy el Nevado de Toluca es un destino que intimida a quienes conocen los riesgos. El miedo no debería formar parte del viaje, y sin embargo, muchas familias vuelven a casa con historias de accidentes, heridas o pérdidas irreparables.
¿Hasta cuándo se permitirá que el negocio pese más que la vida?
Lo que debería cambiar, ya
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Regulación estricta y permanente de todos los prestadores de transporte turístico.
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Inspecciones mecánicas obligatorias antes de cada temporada alta.
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Capacitación especializada para conductores en condiciones de montaña.
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Cupo máximo y prohibición del sobrecupo, con multas severas y retiro de permisos.
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Operativos conjuntos de seguridad y medio ambiente, sin aviso previo, todo el año.
El Nevado de Toluca merece ser recordado por sus paisajes y no por las tragedias que ocurren en sus caminos. Hoy, la combinación de ambición, corrupción y desinterés institucional ha creado una receta mortal que amenaza a todo visitante.
Mientras las autoridades miren hacia otro lado y los grupos de transporte sigan operando sin control, cada subida será una ruleta rusa. El tiempo para actuar es ahora, antes de que otra excursión termine en una noticia que todos lamentemos.
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