La llegada de la mariposa monarca a México es uno de los fenómenos naturales más espectaculares del mundo. Cada año, millones de estos pequeños viajeros alados recorren más de 4,000 kilómetros desde Canadá y Estados Unidos hasta los bosques templados del centro de México, donde descansan durante el invierno.
El viaje comienza a mediados de agosto, cuando las monarcas emprenden su vuelo hacia el sur. A finales de septiembre, los primeros grupos cruzan Texas y continúan su ruta hasta alcanzar territorio mexicano entre finales de octubre y los primeros días de noviembre.
La coincidencia con las festividades de Día de Muertos da un toque místico a su arribo, ya que en muchas comunidades se cree que representan el regreso de las almas de los difuntos.
Las mariposas se concentran en los bosques de oyamel que crecen entre los 2,400 y 3,600 metros sobre el nivel del mar en la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, ubicada entre Michoacán y el Estado de México.
Estos ecosistemas ofrecen el microclima ideal fresco, húmedo y protegido para su descanso invernal.
Si planeas presenciar este espectáculo natural, marca tu calendario: los santuarios de la mariposa monarca abren al público del 15 de noviembre al 31 de marzo, con horarios aproximados de 8:00 a 17:00 horas.
Entre los sitios más visitados destacan El Rosario y Sierra Chincua (en Michoacán), así como Piedra Herrada y La Mesa/Capulín (en el Estado de México).
Buenas noticias para la conservación: en la temporada 2024–2025 la superficie ocupada por las colonias de mariposas aumentó de 0.90 a 1.79 hectáreas, prácticamente el doble respecto al ciclo anterior.
Los expertos atribuyen este crecimiento a condiciones climáticas más favorables durante su travesía.
Además, los reportes ambientales indican una reducción del 10 % en la degradación forestal dentro de la zona núcleo de la reserva, un logro importante para los programas de reforestación y manejo comunitario.
A pesar de las mejoras, la mariposa monarca sigue catalogada como “En Peligro” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Entre las amenazas más graves se encuentran la pérdida de hábitat, la deforestación ilegal, el uso de pesticidas que eliminan el algodoncillo planta esencial para su reproducción y los fenómenos climáticos extremos.
Durante el otoño de 2024, por ejemplo, las olas de calor y sequías en Texas alteraron parte de su ruta migratoria, lo que podría afectar la llegada a territorio mexicano.
Desde 2008, la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca es reconocida por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad.
El área protege los principales sitios de hibernación y está gestionada de forma conjunta por autoridades ambientales, ejidos locales y organizaciones civiles.
Los visitantes pueden recorrer senderos ecológicos, observar miles de mariposas agrupadas en los árboles y participar en actividades de educación ambiental.
Consejos para visitar los santuarios de forma responsable
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Llega temprano y mantén silencio: el bullicio altera a las mariposas.
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No uses flash ni drones.
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Permanece en los senderos autorizados y sigue las indicaciones de los guías.
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Los meses de diciembre a febrero ofrecen los mejores avistamientos.
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Verifica horarios y accesos, pues varían según la comunidad.
Proyectos de ciencia ciudadana como Journey North permiten rastrear los reportes de avistamientos desde Canadá hasta México. Cualquier persona puede subir observaciones y así contribuir a la investigación sobre su comportamiento migratorio.
La conservación de esta especie es un esfuerzo trinacional entre México, Estados Unidos y Canadá.
En territorio mexicano, la CONANP, la SEMARNAT y organizaciones como el Fondo Monarca colaboran con comunidades locales para proteger los bosques.
Actualmente, se estima que más del 90 % de la zona núcleo cuenta con algún tipo de cobertura de conservación o manejo comunitario.
En conclusión, la llegada de la mariposa monarca no solo es un milagro natural, sino también un recordatorio de la resiliencia ecológica y del papel fundamental que juega la sociedad en su preservación.
Cada visitante, campesino o guardabosques contribuye a mantener vivo este ciclo ancestral que une a Norteamérica con México cada invierno.







