En la última década, México vivió una explosión de festivales de metal que hicieron vibrar a miles de fanáticos en distintas ciudades del país. Sin embargo, hoy, ese furor parece estar en peligro de extinguirse.
Hace diez años, México parecía encaminarse hacia una consolidación en la industria de los festivales de metal. Eventos como el Hell and Heaven y el México Metal Fest se perfilaban como las grandes plataformas para la escena, atrayendo a fanáticos de todo el país y poniendo a México en el mapa mundial del metal. Además, la llegada de Domination, respaldado por el gigante Ocesa, reforzaba la expectativa de que el país se convertiría en un punto clave para las bandas y los fanáticos del género.
Una de las grandes decepciones ha sido la división del México Metal Fest debido a conflictos internos. Esta situación no solo afectó a los organizadores, sino también a los seguidores del festival, quienes se encontraron con dos eventos que no lograron satisfacer las expectativas de asistencia. Uno de ellos incluso fue cancelado debido a bajas ventas, mientras que el otro, aunque sigue en pie, permanece en Fase 2 de venta, lo que indica una baja demanda de boletos y cuestiona su capacidad para llenar recintos, incluso modestos, como el Velódromo Olímpico.
Hell and Heaven, uno de los festivales más emblemáticos de metal en México, también enfrenta su propio limbo. La falta de interés y la disminución de ventas han llevado a que el evento se mantenga en una posición incierta, sin una fecha clara o lineamientos definidos para su continuidad. Esta falta de claridad sobre el futuro de Hell and Heaven deja a los fanáticos en suspenso, aumentando la incertidumbre sobre si podrán ver a sus bandas favoritas en los escenarios nacionales en los próximos años.
Uno de los experimentos más notables fue Domination, la gran apuesta de Ocesa en el género. Con una única edición y un intento de segunda que se vio frustrado por ventas desastrosas, Domination quedó como un amargo recuerdo para la promotora. Este evento destaca como uno de los pocos que Ocesa ha eliminado completamente de su repertorio debido a los resultados negativos, lo que marca un precedente y demuestra la falta de apoyo masivo para el metal en festivales de esta envergadura en el país.
No solo Hell and Heaven o Domination han sufrido este destino. Otros festivales de metal en México también tuvieron que bajar el telón. Entre ellos destacan:
- Mother of All (Apodaca Group): Este festival en Monterrey no logró consolidarse, viéndose forzado a desaparecer ante la falta de demanda suficiente.
- Northside (Ocesa / LT): Otro intento en el norte del país que terminó sin cumplir con las expectativas y fue eliminado del calendario de eventos.
- Life After Death (Medussa Entertainment): Un proyecto ambicioso que terminó rápidamente ante el bajo interés y las pobres ventas.
La lista de festivales de metal que no sobrevivieron en México se extiende, y todos comparten un factor en común: la dificultad para captar a una audiencia suficientemente grande y mantener la rentabilidad en un país donde el metal aún lucha por un espacio sólido en la industria musical masiva.
Con la declinación de los festivales masivos, los eventos de nicho han ganado protagonismo. A pesar de que estos festivales más pequeños tampoco alcanzan el ansiado “sold out”, han demostrado una conexión más firme con su audiencia. Algunos de estos son:
- Candelabrum: Un festival que, aunque más modesto en tamaño, ha logrado resonar con un público selecto.
- We Missed Ourselves (Dreamers Ent): Enfocado en una audiencia que sigue fiel al metal, y la estética “emo” este evento ha tenido una recepción positiva sin pretender abarcar a las masas.
- NuMetal Revolution (Zepeda): Aunque tampoco ha alcanzado llenos totales, ha mostrado que un enfoque específico y una relación cercana con la comunidad metalera pueden ser el camino para la subsistencia de eventos de este tipo.
En conclusión, la situación actual plantea una gran interrogante: ¿será posible revivir los grandes festivales de metal en México? A medida que las grandes producciones se ven obligadas a retirarse, el éxito de los eventos de nicho parece ser un rayo de esperanza, sugiriendo que la clave puede estar en adaptar el formato y enfocarse en audiencias más específicas. Sin embargo, el futuro sigue siendo incierto, y el tiempo dirá si el metal en México encontrará la forma de reinventarse o si esta es realmente el final de una era de festivales masivos para el género.