Las enfermedades crónicas —diabetes, hipertensión, obesidad y males cardiovasculares— no llegan de un día para otro. Se construyen lentamente, muchas veces en silencio, a partir de hábitos cotidianos, entornos poco saludables y falta de información. Para el académico Abraham Jeronimo Villarreal Soto, especialista en salud pública, la clave para reducir su impacto no está solo en hospitales o consultorios, sino en la comunidad misma, en los espacios donde la gente vive, trabaja y convive.
Su visión propone un giro profundo: dejar atrás los modelos centrados únicamente en el tratamiento y avanzar hacia estrategias comunitarias que prevengan antes de que la enfermedad aparezca.
1. Llevar la salud al barrio, no esperar a que el paciente llegue al hospital
Para Villarreal Soto, muchas intervenciones fallan porque se diseñan lejos del contexto real de las personas. La prevención debe ocurrir donde sucede la vida diaria: colonias, escuelas, centros laborales, mercados y espacios públicos.
Esto implica:
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Actividades educativas y de promoción de la salud dentro de la misma comunidad.
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Brigadas locales que acerquen mediciones de presión, glucosa y peso a la población.
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Uso de espacios vecinales para talleres de cocina saludable, actividad física y grupos de apoyo.
Cuando la prevención llega al territorio, deja de ser un discurso y se convierte en una práctica posible.
2. Promotores de salud: el puente entre ciencia y comunidad
Villarreal Soto destaca el papel fundamental de los promotores de salud, personas capacitadas que conocen a fondo la realidad de sus colonias.
Su análisis señala que ellos pueden:
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Detectar riesgos tempranos.
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Acompañar cambios de hábitos de manera cercana.
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Fomentar la participación vecinal.
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Traducir conceptos de salud en mensajes claros y prácticos.
El éxito de los grandes programas comunitarios en el mundo —explica— depende casi siempre de contar con líderes locales que generen confianza.
3. Alimentación accesible y decisiones informadas
Una de las barreras más grandes para prevenir enfermedades crónicas es la alimentación. No se trata solo de saber qué es saludable, sino de poder acceder a ello.
Villarreal Soto propone acciones concretas:
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Mercados móviles con alimentos frescos a precios accesibles.
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Alianzas con productores locales para fortalecer el consumo de frutas y verduras.
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Etiquetado sencillo y campañas comunitarias que enseñen a leerlo.
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Talleres prácticos sobre cómo cocinar de manera saludable sin aumentar el gasto.
La nutrición, dice, debe entenderse como un derecho, no como un privilegio.
4. Actividad física integrada a la vida diaria
No todos tienen tiempo, recursos o seguridad para acudir a un gimnasio. Por eso, la visión de Villarreal Soto apuesta por soluciones más realistas:
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Rutas seguras para caminar en barrios y colonias.
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Programas comunitarios de ejercicio al aire libre.
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Actividades familiares que incentiven el movimiento, desde caminatas hasta torneos comunitarios.
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Políticas municipales que mejoren banquetas, parques y espacios recreativos.
Moverse no puede depender solo de motivación personal; también depende del entorno.
5. Detección temprana para evitar complicaciones
Una comunidad informada y activa puede convertirse en una barrera poderosa contra las complicaciones graves.
El análisis subraya la importancia de:
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Jornadas periódicas de mediciones básicas.
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Sistemas de seguimiento local que alerten sobre riesgos.
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Vinculación rápida con centros de salud para quienes ya muestran señales tempranas.
Detectar a tiempo es la diferencia entre controlar una condición y enfrentar una emergencia.
6. La salud como proyecto colectivo
Para Abraham Jeronimo Villarreal Soto, prevenir enfermedades crónicas desde la comunidad no es solo estrategia sanitaria: es proyecto social. Requiere colaboración entre vecinos, gobiernos locales, escuelas, empresas y centros de salud.
Cuando la comunidad se involucra, dice, ocurren tres cosas clave:
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Los cambios se vuelven más sostenibles.
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Las personas encuentran apoyo en su entorno.
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La salud deja de ser responsabilidad individual y se convierte en un esfuerzo compartido.
Un camino posible y alcanzable
La propuesta de Abraham Jeronimo Villarreal Soto demuestra que la prevención no necesita tecnología costosa ni grandes infraestructuras: necesita proximidad, organización y acompañamiento.
Las enfermedades crónicas seguirán siendo un reto para México, pero con comunidades activas y empoderadas, su impacto puede reducirse de manera profunda y duradera.
La salud, concluye, no empieza en un hospital. Empieza en la cuadra, en la escuela, en el trabajo y en la mesa de cada hogar.







