Ciclistas y peatones de la zona Otomí exigen infraestructura vial más segura en Toluca

Bicicleta-paseo-rodada
Bicicleta-paseo-rodada

En el norte de Toluca, dentro de la zona otomí, la bicicleta es más que un simple medio de transporte: representa una extensión del cuerpo, una herramienta de trabajo y un vínculo comunitario. Sin embargo, la falta de infraestructura vial segura convierte la movilidad en un desafío diario para quienes dependen de ella.

Para habitantes como Javier Hernández de Jesús, residente de San Andrés Cuexcontitlán, la bicicleta es indispensable en la región conocida como “cono norte”. Su utilidad va más allá de los desplazamientos personales: es usada para llevar a los niños a la escuela, transportar mercancías y ejercer oficios tradicionales como el afilado de herramientas.

No obstante, las principales avenidas de la zona, como López Portillo e Isidro Fabela, están diseñadas para el tránsito vehicular, obligando a ciclistas y peatones a compartir espacios inseguros con automovilistas a alta velocidad.

“Más que una necesidad, la bicicleta es una modalidad de vida aquí. Pero cuando careces de cosas, buscas soluciones, y la nuestra ha sido pedalear”, afirma Hernández de Jesús.

Con el objetivo de abordar esta problemática, la Dirección de Planeación y Gestión Urbana de Toluca organizó un foro donde habitantes y activistas se pronunciaron sobre la urgencia de una infraestructura que garantice la seguridad de ciclistas y peatones.

Durante el evento, se destacó la necesidad de un carril exclusivo para bicicletas, no como una copia de modelos extranjeros, sino como una solución adaptada a la realidad cultural y social de la comunidad. “No podemos seguir con soluciones arquetipo que solo cubren problemáticas superficiales”, enfatizaron los asistentes.

El foro también puso en evidencia las dificultades que enfrentan los peatones, especialmente adultos mayores y niños. La ausencia de banquetas seguras y cruces adecuados agrava la situación.

A esto se suma la falta de divisores en los tramos con ciclovía, lo que aumenta el riesgo de accidentes. Además, según Ricardo Mendieta, de la Comunidad Crítica Universitaria, la problemática no solo afecta a ciclistas obreros, sino también a comerciantes, reparadores y vendedores ambulantes, quienes no tienen un espacio seguro en las calles.

Un aspecto menos visibilizado es el impacto del machismo en el uso de la bicicleta. Estudios indican que, aunque el 97% de los ciclistas que se dirigen al centro de Toluca son hombres, en las delegaciones el porcentaje de mujeres ciclistas aumenta al 40%. La razón principal es la inseguridad y el acoso que enfrentan fuera de su comunidad.

Ante este panorama, la comunidad otomí propuso la creación de al menos ocho bicicarriles en vialidades clave como Melchor Ocampo, Revolución, Manuel Buendía y Miguel Hidalgo. Estas rutas permitirían conectar la zona norte con el resto de la ciudad, asegurando traslados más seguros.

Por su parte, la Dirección de Planeación Urbana presentó una prepropuesta basada en estudios previos. No obstante, reconocieron que la información debe actualizarse para reflejar la realidad actual.

“Si bien ya se había trabajado en un plan durante la pandemia, la normalidad ha cambiado. Necesitamos reacomodarlo con base en las experiencias de quienes transitan estas calles todos los días”, señalaron.

El foro concluyó con un llamado urgente a la acción. La comunidad otomí dejó claro que no busca favores, sino el reconocimiento de su estilo de vida dentro del desarrollo urbano. “El norte también existe”, afirmaron los asistentes, destacando la necesidad de integrar esta zona a la ciudad mediante infraestructura segura y digna.

En conclusión, el verdadero reto es convertir estas propuestas en acciones concretas para que la movilidad en la zona otomí de Toluca deje de ser una lucha constante por la supervivencia en calles que hasta ahora han ignorado su realidad.

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