El próximo 16 de diciembre marcará el inicio de las tradicionales posadas, una de las celebraciones más arraigadas de la temporada navideña. Sin embargo, este año las familias toluqueñas enfrentan un escenario complejo: el aumento de precios en insumos básicos y la pérdida del sentido religioso están poniendo en duda la continuidad de estas festividades.
Un recorrido realizado en distintos mercados de Toluca revela que cada vez son más las familias que renuncian a organizar posadas debido al incremento en los gastos. Actualmente, celebrar una posada puede costar entre 2,000 y 4,000 pesos, cifra que supera con facilidad el presupuesto familiar promedio.
De acuerdo con comerciantes locales, años atrás solía organizarse una posada por casa dentro de las familias. Hoy, la mayoría opta por una sola celebración colectiva, con el fin de repartir los gastos.
Los productos más representativos de las posadas también reflejan esta tendencia al alza:
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Dulces a granel: entre $100 y $150 por kilo.
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Piñatas: modelos pequeños alrededor de $100; las grandes superan los $300.
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Frutas de temporada: caña, tejocote, manzana, guayaba y mandarina registran aumentos del 20% al 50%, debido a la alta demanda.
Estos ingredientes son esenciales para la preparación del tradicional ponche navideño y las ensaladas de temporada, lo que encarece aún más el costo total. Comerciantes advierten que también se espera un incremento en el precio de carnes y pollo durante las próximas semanas.
Además del impacto económico, los especialistas advierten que las posadas están perdiendo su valor religioso y espiritual, lo que compromete la transmisión cultural hacia nuevas generaciones.
El fray Juan Carlos, sacerdote carmelita del Templo del Carmen, señala que ha disminuido la práctica del peregrinaje y la oración, elementos que dan origen a estas celebraciones.
El sacerdote invita a las familias a retomar la esencia de estas celebraciones: un tiempo de oración, encuentro, respeto y agradecimiento, antes que una temporada dominada por el consumismo.
En conclusión, entre la presión económica y la evolución de las costumbres, las posadas enfrentan un momento decisivo. A pesar de las dificultades, comerciantes y líderes religiosos coinciden en un punto: la tradición puede mantenerse viva si se rescata su sentido comunitario y espiritual, más allá del gasto.






