El problema de la malnutrición afecta de manera global a millones de personas, especialmente a aquellos en condiciones económicas vulnerables. Este es un tema crítico en el Estado de México, donde ciertos municipios como San Felipe del Progreso y la zona sur de la entidad han experimentado históricamente altos niveles de malnutrición. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), esta problemática tiene características particulares en el país, lo que subraya la necesidad de políticas públicas eficaces que aborden este desafío y ofrezcan soluciones sostenibles.
La malnutrición no solo implica la falta de alimentos, sino también los desequilibrios en el consumo de energía y nutrientes. Esta situación afecta tanto a nivel global como local, alcanzando a familias, comunidades, y personas. Existen tres grandes grupos de afecciones relacionadas con la malnutrición, lo que se denomina “triple carga”:
- Desnutrición: Falta de nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo.
- Deficiencia o exceso de vitaminas y minerales: Problemas como la anemia o el exceso de colesterol y triglicéridos.
- Sobrepeso y obesidad: Condiciones que pueden desencadenar enfermedades no transmisibles como la diabetes, cardiopatías y ciertos tipos de cáncer.
Como alguna vez dijo Mahatma Gandhi: “La verdadera riqueza de una nación no es su oro, sino su salud”, y esta cita subraya la importancia de mantener una nutrición adecuada para asegurar el bienestar social.
Los resultados de la ENSANUT en México revelan datos preocupantes, particularmente en niñas y niños menores de cinco años. Un 13.9% de los menores presentan desnutrición crónica o talla baja, y un 7.7% sufre de sobrepeso. En el Estado de México, las cifras también son alarmantes, ya que un 8% de los menores presenta baja talla, mientras que la obesidad infantil supera el promedio nacional con un 10.6%.
La situación se agrava en áreas rurales, donde la desnutrición crónica afecta al 16.9% de los niños. La situación es aún más preocupante en hogares con hablantes de lenguas indígenas (27.4%) y en aquellos con inseguridad alimentaria severa (20.7%). Estos datos evidencian la importancia de un enfoque focalizado en las políticas públicas para reducir la brecha de desigualdad alimentaria y sanitaria en estas zonas.
Una de las contradicciones más evidentes de la malnutrición es la coexistencia de obesidad y deficiencias nutricionales. No es raro ver a personas que, a pesar de sufrir de obesidad, presentan condiciones como la anemia. Esta “paradoja de la malnutrición” refleja un mal entendimiento sobre la alimentación adecuada y la falta de acceso a alimentos saludables.
Se subraya la importancia de considerar la calidad de los alimentos y no solo la cantidad. Los excesos en ciertos nutrientes, como el colesterol o los triglicéridos elevados, son igualmente perjudiciales para la salud como las carencias. Este fenómeno es una muestra clara de que la solución al problema de la malnutrición no es simplemente proporcionar más alimentos, sino alimentos de calidad.
Ante este panorama, es fundamental que las autoridades de salud del Estado de México implementen políticas públicas eficaces para mitigar los efectos de la malnutrición en su población más vulnerable. Los programas de apoyo nutricional en escuelas, campañas de concienciación sobre hábitos alimenticios saludables, y el acceso a servicios médicos en áreas rurales son solo algunas de las estrategias que podrían generar un impacto positivo.
Además, es clave promover una educación alimentaria integral. Como expresó alguna vez Hipócrates, considerado el padre de la medicina: “Que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina sea tu alimento”. Esta idea es más relevante que nunca en la lucha contra la malnutrición, ya que una nutrición adecuada no solo previene enfermedades, sino que también promueve una vida saludable y activa.
En conclusión, la malnutrición en el Estado de México, especialmente en municipios históricamente afectados como San Felipe del Progreso, requiere atención urgente y un compromiso firme de las autoridades. El desarrollo de políticas públicas que aborden tanto la desnutrición como la obesidad es crucial para mejorar la calidad de vida de las personas, reducir las desigualdades y prevenir enfermedades graves en el futuro.
Las cifras y realidades expuestas nos recuerdan la importancia de la salud pública y la nutrición en el bienestar de una sociedad. Como alguna vez dijo Nelson Mandela: “La salud es la mayor posesión. La alegría es el mayor tesoro. La confianza es el mayor amigo”. Asegurar una buena salud a través de una alimentación balanceada y de calidad es la base para el progreso de cualquier nación.