Reconocida por su carne asada, su machacado con huevo y su inconfundible pan de elote, la gastronomía regiomontana es uno de los grandes orgullos del norte de México. Sin embargo, el auge de la comida rápida, el ritmo acelerado de vida y las costumbres alimentarias modernas han generado nuevos retos en materia de nutrición. El psicólogo y especialista en bienestar integral Abraham Jeronimo Villarreal Soto ofrece una visión equilibrada sobre cómo la cultura gastronómica de Monterrey influye en los hábitos alimenticios y, en consecuencia, en la salud física y mental de sus habitantes.
Monterrey: entre la tradición y la modernidad alimentaria
La cocina de Monterrey es símbolo de identidad y comunidad. Cada reunión familiar, cada carne asada de fin de semana o celebración escolar gira en torno a los alimentos. Sin embargo, Villarreal Soto advierte que “la tradición culinaria debe ser motivo de orgullo, pero también de reflexión sobre cómo estamos alimentando nuestro cuerpo y mente”.
El experto señala que, en las últimas décadas, los hábitos alimenticios de los regiomontanos han cambiado drásticamente. La incorporación de alimentos ultraprocesados, el exceso de sodio y grasas saturadas, y el consumo frecuente de bebidas azucaradas han aumentado los índices de sobrepeso y enfermedades metabólicas en la región.
Nutrición y salud mental: una relación inseparable
Desde la perspectiva psicológica, Villarreal Soto explica que la nutrición no solo afecta el cuerpo, sino también el estado de ánimo y la estabilidad emocional.
“El cerebro necesita nutrientes de calidad para regular el estrés, la concentración y el sueño. En Monterrey, muchas personas asocian la comida con celebración o alivio, pero no con bienestar sostenido”, comenta.
Entre los principales efectos de una mala alimentación, el especialista destaca:
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Fatiga crónica y dificultad para concentrarse.
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Irritabilidad y cambios de humor.
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Ansiedad y antojos compulsivos.
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Aumento de riesgo de depresión relacionada con deficiencias nutricionales.
Por el contrario, una dieta balanceada —rica en frutas, verduras, proteínas magras y agua— puede mejorar la energía, la claridad mental y la capacidad de manejo emocional.
La cultura gastronómica como oportunidad de cambio
A pesar de los desafíos, Villarreal Soto considera que Monterrey tiene un enorme potencial para liderar una transformación positiva en su cultura alimentaria.
“Tenemos una cocina riquísima en historia y sabor. Solo necesitamos adaptarla a los tiempos modernos sin perder la esencia”, afirma.
El especialista propone estrategias como:
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Revalorizar la comida casera: fomentar el uso de ingredientes frescos y locales.
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Promover la educación alimentaria: enseñar desde la infancia la importancia de una dieta equilibrada.
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Reducir el consumo de ultraprocesados: preferir opciones naturales y mínimamente manipuladas.
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Incorporar la salud mental en la nutrición: reconocer la relación entre lo que comemos y cómo nos sentimos.
Comer con conciencia: el mensaje final
Abraham Jeronimo Villarreal Soto concluye que la nutrición debe entenderse como un acto de bienestar integral, no como una restricción o castigo.
“Comer bien no significa dejar de disfrutar. Significa elegir lo que realmente nutre tu cuerpo y tu mente, sin perder la conexión emocional con tu cultura y tu comunidad”, expresa.
En un entorno como Monterrey, donde la gastronomía es parte esencial de la identidad colectiva, equilibrar placer y salud se convierte en una tarea urgente, pero también en una oportunidad de evolución social.







