En Toluca, el tradicional pan de muerto alcanza precios de hasta 165 pesos por pieza. El aumento ha convertido esta tradición en un lujo para muchas familias, afectando su economía durante la temporada del Día de Muertos.
Comer pan de muerto en octubre y noviembre es una de las costumbres más entrañables de México. Este pan, símbolo de unión familiar y recordación de los seres queridos, reúne a familias, amigos y compañeros de trabajo en torno al café y la charla. Sin embargo, en los últimos años este hábito se ha visto afectado por el alza de precios y los llamados “gastos hormiga”, pequeñas compras cotidianas que poco a poco desestabilizan la economía familiar.
Un recorrido realizado por el Centro Histórico de Toluca se reveló que los precios varían considerablemente según el tipo de pan y el lugar donde se compre.
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Pan tradicional pequeño: desde $15 hasta $25 pesos
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Pan estándar: entre $30 y $35 pesos
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Rellenos con crema o chocolate: de $65 a $80 pesos
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Especiales con ingredientes premium (nuez o chocolates de marca): hasta $100 pesos
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Pan familiar o jumbo: puede alcanzar los 165 pesos por pieza
El salario mínimo en la zona centro del país es de 278.80 pesos diarios. Si una familia de cuatro personas desea comprar una pieza de pan de muerto para cada uno, gastaría alrededor de 100 pesos, lo que equivale al 36% de su ingreso diario.
Y si la elección recae en panes rellenos o gourmet, el gasto puede superar los 160 pesos, casi el 60% del salario mínimo diario. En ese contexto, muchos consumidores han optado por reducir su consumo a solo una o dos veces al mes, sustituyendo este gusto por productos más económicos.
A pesar de la competencia de las grandes cadenas y supermercados, en Toluca aún sobreviven panaderías tradicionales en barrios y colonias que mantienen viva la receta original del pan de muerto. Estos negocios familiares conservan la textura, el aroma y el sabor que los distingue.
Estas panaderías no solo ofrecen un producto artesanal, sino que representan historia, identidad y comunidad, pilares que fortalecen la cultura mexiquense durante la temporada del Día de Muertos.
El pan de muerto tiene raíces prehispánicas. Las antiguas culturas mesoamericanas elaboraban panes ceremoniales para honrar a sus dioses. Con la llegada de los españoles, se sustituyeron los sacrificios humanos por una ofrenda hecha de trigo, decorada con azúcar roja que simbolizaba el corazón y la sangre.
Su forma redonda representa el ciclo de la vida y la muerte; las protuberancias aluden a los huesos; el aroma de azahar simboliza el perfume que guía a las almas, y el azúcar que lo cubre refleja las lágrimas derramadas por los vivos en honor a quienes ya partieron.
En conclusión, aunque los precios del pan de muerto en Toluca han convertido esta tradición en un pequeño lujo, las familias mexiquenses siguen encontrando formas de mantener viva la costumbre. Ya sea compartiendo una pieza entre todos o comprando en las panaderías locales, el espíritu del Día de Muertos continúa presente en cada bocado.