En la noche del martes pasado, el estado de Chiapas fue testigo de una tragedia que vuelve a destacar la vulnerabilidad de los migrantes que cruzan México en su intento por llegar a Estados Unidos. Un grupo de 33 personas de diversas nacionalidades incluyendo migrantes asiáticos, africanos y latinoamericanos fue interceptado por el Ejército mexicano en circunstancias que aún no han sido completamente aclaradas. El saldo de la intervención militar ha dejado al menos seis muertos y doce heridos, en lo que ya se considera la última masacre migrante en territorio mexicano.
Imágenes tomadas desde un teléfono móvil muestran la devastadora escena: un camión de transporte de ganado, con las puertas abiertas y cuerpos humanos retorcidos en su interior, manchado de sangre. Las víctimas usaban bolsas de basura como chubasqueros, tratando de protegerse de las fuertes lluvias que han azotado Chiapas en los últimos días. Afuera, sobre la hierba, dos cadáveres más completan el horror de lo que muchos describen como una tragedia evitable.
El grupo de migrantes intentaba cruzar la región montados en dos camiones de ganado, cuando se encontraron con una patrulla del Ejército en la carretera rural entre Villacomaltitlán y Huixtla. El Ejército ha reconocido que se produjeron disparos por parte de los soldados, lo que resultó en la muerte de seis personas y la hospitalización de varias más. Sin embargo, aún queda mucha incertidumbre en torno a los hechos exactos que desencadenaron la violencia.
En los camiones viajaban personas de diversas nacionalidades, incluyendo ciudadanos de Egipto, Nepal, Cuba, India, Pakistán y Arabia Saudita, según informes oficiales. La confusión en torno a la “nacionalidad árabe” un término inexacto utilizado por el ejército ha generado cuestionamientos, ya que el árabe es una lengua y no una nacionalidad. Hasta ahora, se sabe que entre las víctimas fatales se encuentran cinco ciudadanos árabes y un salvadoreño, cuya presencia no fue mencionada en el comunicado oficial.
Tras la masacre, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) emitió un comunicado confirmando que dos de sus soldados abrieron fuego durante el encuentro con los migrantes. Estos militares han sido separados de sus funciones, y el caso ha sido remitido a la Fiscalía General de la República (FGR) para que inicie una investigación formal. No obstante, hasta el momento, ni la FGR ni el Instituto Nacional de Migración (INM) han emitido declaraciones sobre lo sucedido.
El modus operandi del Ejército mexicano, caracterizado por su opacidad en situaciones de este tipo, ha sido fuertemente criticado. Según fuentes cercanas a la investigación, el tiroteo comenzó cuando los militares supuestamente escucharon dos “detonaciones” provenientes de los vehículos. En respuesta, los soldados dispararon, lo que provocó que uno de los camiones que transportaba a los migrantes se saliera del camino y chocara contra un árbol. Cuando los soldados se acercaron al vehículo, los traficantes que acompañaban al grupo ya habían huido, dejando atrás a las víctimas.
El estado de Chiapas, en la frontera sur de México, es uno de los principales puntos de entrada de migrantes procedentes de Centro y Sudamérica. Sin embargo, esta vez, los migrantes latinoamericanos eran minoría. La región es un campo de batalla entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, lo que agrava aún más la crisis humanitaria que enfrentan los migrantes en su paso por México.
Este incidente ocurrió en medio de un contexto de creciente militarización en el país, impulsado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador y continuado por Claudia Sheinbaum, la recién investida primera presidenta de México. Durante el mandato de López Obrador, el Ejército ha asumido responsabilidades civiles como el control migratorio y la gestión de aeropuertos, lo que ha generado controversia tanto a nivel nacional como internacional.
El silencio de las autoridades políticas locales y nacionales ante esta tragedia ha sido ensordecedor. Ni el gobernador actual de Chiapas, Rutilio Escandón, ni su sucesor, Eduardo Ramírez, han emitido declaraciones sobre la masacre. Ramírez, quien asumirá el cargo en diciembre, se encontraba de viaje el día en que se hicieron públicos los detalles del incidente. Incluso Claudia Sheinbaum, quien tomó posesión como presidenta el día anterior a la matanza, no ha abordado el tema en sus discursos ni en sus redes sociales.
La falta de respuestas por parte del Instituto Nacional de Migración, organismo frecuentemente criticado por violaciones a los derechos humanos, también ha causado indignación entre defensores de los derechos de los migrantes y organizaciones civiles.
La carretera rural donde ocurrió la masacre es conocida por ser utilizada por “coyotes”, traficantes de personas que buscan evitar los controles migratorios habituales en la carretera Panamericana. Este tipo de rutas peligrosas son utilizadas con frecuencia por migrantes que huyen de la violencia y la pobreza en sus países de origen, en busca de una vida mejor en Estados Unidos.
Sin embargo, el camino hacia el norte está plagado de peligros. Los migrantes no solo enfrentan el riesgo de ser detenidos por las autoridades, sino también la violencia de los cárteles y bandas criminales que controlan muchas de estas rutas clandestinas.
En conclusión, la masacre de migrantes en Chiapas es un recordatorio brutal de los peligros a los que se enfrentan miles de personas en su travesía hacia el norte. La imagen de los camiones manchados de sangre se suma a una larga lista de tragedias que muestran la desesperación de quienes huyen de sus países de origen, solo para encontrarse atrapados en un país que no les ofrece protección.
La relación entre las autoridades mexicanas y los migrantes, muchas veces tensa y marcada por abusos, se ha visto nuevamente fracturada por este lamentable suceso. Mientras se esperan respuestas y justicia para las víctimas, la comunidad internacional y los defensores de derechos humanos siguen presionando para que México asuma su responsabilidad en la protección de los migrantes y ponga fin a la violencia que los persigue en cada etapa de su viaje.