Entre los pasillos de la Terminal de Toluca, un nuevo guardián peludo se ha ganado el corazón de viajeros y trabajadores. Su nombre es Oso, un perrito que pasó de vivir en las calles a convertirse en auxiliar canino del personal de seguridad del lugar.
La historia de Oso no es cualquiera: hace unos meses fue encontrado en malas condiciones de salud, producto de un accidente vehicular. El lomito buscó refugio en las inmediaciones de la terminal, donde fue visto por trabajadores que decidieron actuar.
Con el apoyo de un veterinario, recibió atención médica, fue rehabilitado y esterilizado. Este gesto solidario le cambió la vida para siempre.

Gracias al cariño del personal y su convivencia diaria con los usuarios, Oso se integró poco a poco al equipo de seguridad. Hoy tiene horarios establecidos para comer y descansar, cuenta con charolas de alimento propias y disfruta de una dieta balanceada.
Pero eso no es todo: el lomito realiza rondines junto a los guardias, convirtiéndose en un verdadero aliado para la seguridad de la terminal. Su presencia brinda tranquilidad a quienes transitan por el lugar y, al mismo tiempo, refleja el compromiso de la comunidad con el bienestar animal.
Aunque Oso no asistió a una escuela de adiestramiento, la convivencia constante con el personal y los pasajeros le permitió desarrollar una “educación natural” que lo hace parte esencial del equipo. Hoy, los trabajadores lo consideran un compañero más y los usuarios lo reconocen como un símbolo de empatía y protección.
En conclusión, la historia de Oso demuestra que rescatar a un animal puede transformar vidas, no solo la del lomito, sino también la de quienes lo rodean. De ser un perrito callejero con un futuro incierto, ahora patrulla los pasillos de la Terminal de Toluca, demostrando que la vida puede dar segundas oportunidades.