Buscan la conservación del agua en las montañas de Zinacantepec

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Ubicado entre los frondosos bosques de oyamel, el Ejido de San Juan de las Huertas, en Zinacantepec, alberga uno de los recursos más preciados para la comunidad: el agua. Este recurso surge gracias al deshielo del Nevado de Toluca, que forma mantos acuíferos en el corazón de estas montañas. Las aguas subterráneas fluyen hacia la superficie, recorren kilómetros por la región y, a través de tuberías, llegan a los hogares de los habitantes. Sin embargo, esta fuente de vida enfrenta constantes desafíos, tanto por la erosión como por la intervención humana.

Ante la importancia de preservar este recurso, el Comité de Agua Potable, en colaboración con vecinos de la comunidad, ha implementado diversas acciones de conservación, entre ellas la reforestación, la limpieza de las zonas cercanas y la colocación de gaviones de piedra. Estos muros, diseñados con piedras y troncos caídos, actúan como barreras naturales que evitan que la tierra y las rocas se deslicen, ayudando a mantener despejados los caminos del agua.

La relevancia de estos árboles de oyamel va más allá de su contribución a la biodiversidad. Sus grandes troncos son el sostén de la montaña, pues ayudan a prevenir deslaves y protegen las fuentes de agua. Sin embargo, a medida que los desafíos naturales aumentan, los habitantes de la comunidad han optado por reforzar la zona utilizando métodos artesanales de conservación, como explica Don Octavio, presidente del Comité de Agua Potable, quien lidera estas actividades de protección.

El acceso a las zonas donde el agua emerge no es sencillo. Los pobladores deben recorrer caminos angostos, escalar rocas y avanzar entre ramas caídas, siempre con respeto hacia la naturaleza que les provee el recurso. Este respeto es un componente fundamental en sus actividades, pues los habitantes creen firmemente en la necesidad de pedirle permiso a la Madre Tierra antes de intervenir en su entorno.

Una de las mayores dificultades que enfrentan los habitantes del Ejido de San Juan de las Huertas es la imposibilidad de usar maquinaria en estos terrenos irregulares y angostos. Por ello, el trabajo de colocar los gaviones y limpiar las zonas debe hacerse a mano. Las familias de la comunidad, en su mayoría hombres adultos mayores, dedican largas jornadas para levantar y asegurar los troncos en puntos estratégicos, con el objetivo de evitar que las montañas cedan y obstaculicen el paso del agua.

El trabajo de restauración en el Ejido de San Juan de las Huertas representa una labor de amor y compromiso hacia las futuras generaciones. La reforestación y la colocación de gaviones no solo son métodos de conservación del agua, sino un legado de sostenibilidad. Con cada árbol plantado y cada piedra colocada, los pobladores aseguran la permanencia de este recurso vital, promoviendo una cultura de respeto y protección hacia la Madre Tierra.

En conclusión, las acciones realizadas por el Comité de Agua Potable y los habitantes del Ejido de San Juan de las Huertas son un ejemplo inspirador de cómo la colaboración comunitaria puede marcar la diferencia en la preservación del agua y la naturaleza. A través de métodos sostenibles y respeto a la tierra, esta comunidad busca asegurar que las futuras generaciones de Zinacantepec cuenten con acceso a agua limpia y abundante.

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