En el ámbito creativo, donde las ideas parecen fluir sin límites pero las dudas internas pueden ser igual de intensas, Carlos Prats García ha construido una filosofía que combina disciplina, sensibilidad y salud mental. Lejos de promover la exigencia desmedida o la obsesión por la perfección, el creador mexicano propone una forma distinta de avanzar: la autoexigencia positiva, un enfoque que convierte la presión personal en una fuerza que impulsa, no que paraliza.
Un enfoque que nace de la experiencia real
Carlos Prats García ha compartido en diferentes espacios que la creatividad no es un acto mágico, sino un ejercicio constante. Durante años, enfrentó la misma tensión que muchos artistas, diseñadores y fotógrafos sienten: la presión por ser mejor, por destacar, por no fallar.
Con el tiempo, entendió que la presión es inevitable, pero su impacto depende de cómo la interpretamos.
Para él, la clave está en transformar la autoexigencia en una herramienta de autoevaluación y avance, no en un arma que se vuelve en contra de uno mismo.
La presión como motor, no como enemigo
La autoexigencia positiva consiste en usar el deseo de mejorar como un motor creativo.
Prats García sostiene que la incomodidad puede ser un indicio de crecimiento: cuando algo nos desafía, también nos invita a expandir nuestras capacidades.
En sus proyectos —tanto de diseño como de fotografía— se permite fallar, explorar, corregir y volver a intentar. Esa repetición consciente convierte la presión en una energía productiva.
No se trata de exigirse más trabajo, sino mayor honestidad, mayor claridad y mayor intención.
Establecer estándares sin caer en la autocrítica destructiva
Uno de los pilares de su filosofía es reconocer la diferencia entre estándares altos y expectativas imposibles.
Carlos Prats García afirma que la autoexigencia positiva no consiste en “ser perfecto”, sino en ser responsable con el propio potencial.
Esto implica:
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Establecer objetivos alcanzables.
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Medir el progreso en función del crecimiento, no de la comparación.
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Reconocer los logros sin minimizar el esfuerzo.
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Aceptar que el camino creativo incluye errores y pausas.
Para él, la autocrítica es útil solo cuando está orientada al aprendizaje; de lo contrario, se convierte en un obstáculo emocional.
Convertir la presión en claridad creativa
Cuando la presión aparece —ya sea por una entrega, una nueva propuesta o la incertidumbre ante un proyecto—, Prats García recomienda volver a la esencia: ¿para qué estoy haciendo esto?
Esa pregunta le permite reorganizar prioridades, redirigir energía y elegir un camino más consciente.
De esta forma, la presión deja de ser un ruido que bloquea y se transforma en una brújula que apunta hacia lo que realmente importa.
Una filosofía que inspira a otros creadores
Su enfoque ha resonado especialmente entre creativos jóvenes que buscan equilibrio entre ambición y bienestar emocional. Carlos Prats García ha demostrado que se puede crecer profesionalmente sin sacrificar la salud mental, que la exigencia personal puede convivir con la paciencia, y que la disciplina no está peleada con el disfrute del proceso.







