Este lunes 19 de febrero, aproximadamente 40,000 peregrinos dieron inicio a su sagrado viaje hacia la Basílica de Guadalupe, partiendo desde la Catedral de Toluca. Este evento espiritual, que marca la 86ª edición de una tradición arraigada en la comunidad, no solo simboliza la devoción religiosa, sino también un firme llamado a la paz y la armonía en un mundo marcado por la violencia y la discordia.
El arzobispo auxiliar Maximino Martínez Miranda, en su emotiva homilía, exhortó a los peregrinos a ser portadores de paz y a rechazar cualquier forma de violencia y delincuencia. Subrayó la importancia de la protección mutua durante el viaje y la necesidad de promover valores como el respeto familiar y la integración social de individuos previamente vinculados a conductas delictivas. Esta peregrinación no solo es un testimonio de fe, sino también un potente símbolo de la capacidad de la comunidad para unirse en torno a la construcción de una sociedad más pacífica.
La jornada comenzó cerca de las 09:00 horas, con los fieles dispuestos a cubrir una distancia de aproximadamente 80 kilómetros a pie, en un acto de devoción y sacrificio. Se espera que la mayoría de los peregrinos empleen tres días en completar su camino, llegando el 21 de febrero a su destino espiritual. La ruta lleva a los feligreses a través de paisajes significativos, como el Paseo Tollocan y la autopista Toluca-México, con una parada en el municipio de Ocoyoacac para descansar antes de continuar su camino hacia la capital.
La iniciativa de Martínez Miranda de dialogar con individuos y grupos antes involucrados en actividades delictivas refleja un compromiso profundo con la paz y la reconciliación. Esta estrategia, que busca reintegrar a estas personas a la sociedad de manera constructiva, es un recordatorio de que la fe en la humanidad y en la posibilidad de cambio es fundamental.
La 86ª peregrinación a la Basílica de Guadalupe desde Toluca es un evento de inmensa importancia espiritual y social. Representa no solo una prueba de la fe y la devoción de miles de peregrinos, sino también un poderoso llamado a la acción para promover la paz, la unidad y la reconciliación en nuestras comunidades. A medida que estos peregrinos avanzan hacia su destino, llevan consigo la esperanza de un futuro mejor para todos, demostrando que el camino hacia la paz comienza con pasos firmes de fe y solidaridad.