Con más de dos millones de habitantes, el Valle de Toluca se ha convertido en uno de los principales polos urbanos del país, posicionándose como la quinta zona metropolitana más grande de México. Sin embargo, su crecimiento no ha ido de la mano de un sistema de transporte público moderno, eficiente y sustentable. La movilidad cotidiana continúa atrapada en esquemas que poco han evolucionado desde hace más de cuatro décadas.
A pesar de la expansión urbana, industrial y poblacional, el transporte público del Valle de Toluca sigue dependiendo mayoritariamente de microbuses y autobuses con décadas de antigüedad. Estas unidades, operadas bajo un sistema de concesiones fragmentado, son hoy el eje del traslado diario de miles de personas.
El resultado es evidente: congestionamientos constantes, trayectos prolongados, altos costos económicos y un impacto ambiental cada vez mayor. Para los usuarios, moverse dentro de la ciudad se ha convertido en una experiencia lenta, ineficiente y desgastante, que afecta directamente su calidad de vida.
En 2007, el Gobierno del Estado de México anunció un ambicioso plan para transformar la movilidad en el Valle de Toluca mediante la implementación de un sistema de transporte articulado, similar al Metrobús de la Ciudad de México. La propuesta incluía una inversión cercana a los mil millones de pesos y buscaba modernizar la avenida Las Torres, conectando Lerma con Zinacantepec.
No obstante, el proyecto nunca se materializó. Con el paso de los años, la iniciativa fue quedando en el olvido, sin explicaciones oficiales claras ni informes públicos sobre el destino de los recursos o las razones de su cancelación. Hoy, ese plan es recordado como uno de los grandes pendientes de la movilidad regional.
El debate sobre el transporte público volvió a cobrar relevancia en septiembre pasado, cuando la Secretaría de Movilidad del Estado de México presentó el proyecto de la Línea 6 del Mexibús, que conectaría Zinacantepec con San Mateo Atenco.
Esta nueva ruta representa una esperanza para miles de usuarios que diariamente enfrentan traslados largos y poco eficientes. Especialistas señalan que un sistema de transporte masivo bien planeado podría reducir tiempos de viaje, disminuir emisiones contaminantes y ordenar el caótico esquema actual.
Expertos en movilidad urbana coinciden en que los problemas del transporte público en el Valle de Toluca no son únicamente técnicos. Existen factores estructurales que han frenado el avance de proyectos estratégicos, entre ellos:
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Corrupción e impunidad en la asignación y supervisión de concesiones
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Falta de visión metropolitana, con decisiones aisladas entre municipios
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Infraestructura insuficiente para sistemas de transporte masivo
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Transporte irregular y desorden operativo
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Resistencia e intereses económicos de grupos transportistas locales
Sin una estrategia integral que atienda estos puntos, cualquier nuevo proyecto corre el riesgo de convertirse en otra promesa inconclusa.
En conclusión, el Valle de Toluca enfrenta una decisión clave: continuar con un modelo de transporte rebasado o apostar por una transformación real que responda a su tamaño e importancia económica. La Línea 6 del Mexibús podría marcar un punto de inflexión, siempre y cuando exista planeación, transparencia y voluntad política.
Para millones de habitantes, la movilidad no es un tema secundario, sino una necesidad diaria que define su tiempo, su salud y su productividad. El reto está sobre la mesa.







