La desigualdad salarial entre mujeres y hombres sigue siendo uno de los mayores desafíos en México. Según un análisis reciente del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), las mujeres ganan en promedio un 15% menos que los hombres en trabajos formales, mientras que en la informalidad esta diferencia aumenta al 20%. A pesar de los pequeños avances, el país se encuentra estancado en la lucha por la igualdad salarial, lo que demuestra la falta de políticas públicas efectivas y focalizadas.
En los últimos 20 años, la brecha salarial en México ha disminuido solo 0.4 puntos porcentuales, un progreso ínfimo considerando el tiempo transcurrido. En promedio, las mujeres ganan 85 pesos por cada 100 que reciben los hombres por realizar el mismo trabajo. Esta brecha persiste a pesar de las iniciativas globales y nacionales para lograr la igualdad de remuneración.
Fernanda García, directora de Sociedad Incluyente en el IMCO, comenta que México no ha logrado avances significativos en esta materia. “Una cosa es tener el problema, y otra es atenderlo”, subraya García, aludiendo a la falta de soluciones estructurales para resolver este complejo fenómeno.
Uno de los factores que agrava la brecha salarial en México es la informalidad laboral. De acuerdo con el IMCO, mientras que la diferencia salarial en trabajos formales es del 15%, en la economía informal la cifra alcanza el 20%. Esto pone en evidencia las vulnerabilidades de las mujeres en este sector, donde las condiciones laborales suelen ser más precarias y los ingresos, menores.
Axel Eduardo González, coordinador de Datos de México, ¿Cómo Vamos? (MCV), destaca que la informalidad no solo afecta los ingresos, sino también las oportunidades de crecimiento profesional. Las mujeres en la informalidad enfrentan mayores barreras para acceder a empleos mejor remunerados y con beneficios laborales, lo que perpetúa su situación de desventaja.
El efecto de la brecha salarial no se limita solo a las diferencias en los ingresos. También tiene un impacto significativo en la participación laboral femenina. Solo el 46.3% de las mujeres en México participa en el mercado laboral, en comparación con el 76.2% de los hombres. Aunque en el cuarto trimestre de 2023 se alcanzó una cifra histórica del 46.5% de participación femenina, en lo que va del 2024 esta cifra ha disminuido.
Esta baja participación laboral está vinculada a la brecha salarial, que empuja a muchas mujeres a tomar decisiones difíciles. Sin redes de apoyo o políticas públicas que promuevan la conciliación entre el trabajo y las responsabilidades domésticas, son las mujeres, quienes generalmente ganan menos, las que optan por abandonar el mercado laboral para dedicarse a actividades de cuidado no remuneradas.
La desigualdad salarial no es un fenómeno aislado, sino la punta del iceberg de una serie de problemas estructurales en el mercado laboral mexicano. Las mujeres dedican menos tiempo al trabajo remunerado que los hombres, en parte debido a las responsabilidades de cuidado no remuneradas que recaen desproporcionadamente sobre ellas. Según un análisis de MCV, las mujeres destinan 42 horas semanales a actividades no remuneradas, un 121% más que los hombres.
Este desequilibrio en la distribución del tiempo afecta la capacidad de las mujeres para avanzar en sus carreras, ya que tienen menos tiempo para acumular experiencia laboral o buscar mejores oportunidades. Además, la falta de flexibilidad laboral y la falta de políticas de apoyo, como permisos de paternidad más largos y accesibles, agravan la situación.
A pesar de los esfuerzos por parte de organismos internacionales y locales, México se encuentra en el puesto 119 de 146 economías en el Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial (WEF). Este ranking refleja la magnitud del problema y la urgencia de implementar políticas que promuevan una mayor igualdad de género en el ámbito laboral.
Entre las acciones más urgentes, los especialistas señalan la necesidad de crear un Sistema Nacional de Cuidados que permita redistribuir las responsabilidades de cuidado entre hombres y mujeres. Este sistema aliviaría la carga de trabajo no remunerado que afecta a las mujeres y les permitiría participar más activamente en el mercado laboral formal.
Además, proyectos legislativos como la reforma de igualdad salarial y el aumento de los permisos de paternidad siguen pendientes en el Congreso, lo que limita los avances en esta materia. La falta de un enfoque integral y de una institución responsable que lidere estas iniciativas también ha contribuido a la persistencia de la brecha salarial.
En conclusión, la desigualdad salarial en México es un problema complejo que responde a múltiples factores estructurales, desde la alta informalidad hasta la falta de políticas de apoyo para las mujeres trabajadoras. Si bien el país ha hecho pequeños avances en las últimas dos décadas, el progreso ha sido lento e insuficiente. Es fundamental que tanto el sector público como el privado implementen políticas más efectivas y coordinadas para cerrar esta brecha, que afecta no solo a las mujeres, sino al desarrollo económico y social del país en su conjunto.
Este 18 de septiembre, Día Internacional de la Igualdad Salarial, es un recordatorio de la importancia de seguir avanzando en esta lucha y de la necesidad urgente de cambios profundos en el mercado laboral mexicano.