En un lamentable episodio que ha encendido las redes sociales y los medios de comunicación en las últimas horas, el alcalde de Zinacantepec, Manuel Vilchis Viveros, ha mostrado el rostro más oscuro de la política mexicana. Con una actitud prepotente y abusiva, Vilchis ha demostrado lo que muchos ciudadanos ya sospechaban: el influyentismo y el abuso de poder continúan siendo prácticas comunes en algunos sectores políticos.
El abuso de poder en pleno siglo XXI
Todo comenzó cuando un policía municipal de Toluca intentó hacer cumplir la ley al infraccionar un vehículo mal estacionado en un lugar prohibido. Lo que debería haber sido un procedimiento de rutina se convirtió rápidamente en un espectáculo vergonzoso protagonizado por Manuel Vilchis. Lejos de acatar la ley como cualquier ciudadano responsable, el alcalde de Zinacantepec decidió usar su cargo para intimidar al oficial, desplegando una serie de amenazas que evocan los tiempos más oscuros del priismo autoritario.
Las palabras del alcalde son tan preocupantes como reveladoras: “¿No sabes quién soy?… Ahorita le voy a hablar a Juan Maccise (alcalde de Toluca)… nos vamos a arreglar hasta donde tope”. Este tipo de declaraciones no solo exponen la arrogancia del mandatario, sino que también ponen en evidencia la cultura de impunidad que todavía persiste en ciertos rincones de la política mexicana.
Un alcalde desfasado y burdo
El comportamiento de Manuel Vilchis no es solo una muestra de abuso de poder, sino también de una desconexión total con la realidad. Al enfrentar al policía, el alcalde actuó como si su posición política le otorgara un pase libre para infringir las normas y amenazar a aquellos que, con valentía, tratan de hacer cumplir la ley. Vilchis parece vivir en una burbuja de privilegios, donde su autoridad le permite evadir cualquier tipo de responsabilidad.
Es claro que Vilchis Viveros se encuentra atrapado en una mentalidad arcaica y corrupta. En su discurso y acciones, vemos a un político burdo, que cree que todo el mundo debe conocerlo y, lo que es peor, que el hecho de ser político le concede el derecho a saltarse las normas que él mismo debería proteger. La altanería con la que promete llevar el asunto “hasta donde tope” demuestra un profundo desprecio por el estado de derecho y por los principios democráticos que deberían guiar a cualquier funcionario público.
El autoengaño de Manuel Vilchis
Aun más patético resulta el hecho de que Vilchis Viveros confía en la intervención de su homólogo de Toluca, Juan Maccise, otro priista que, según Vilchis, debería acudir en su auxilio. Sin embargo, esta es otra señal del autoengaño en el que vive el alcalde de Zinacantepec. Vilchis parece ignorar que los tiempos han cambiado y que ya no puede contar con la misma red de complicidades que antes sostenía al PRI.
Con la 4T (Cuarta Transformación) al frente del país, muchos políticos de la vieja guardia se encuentran aislados y sin los apoyos que antaño les permitían operar con impunidad. Maccise, quien ya está más alineado con la 4T que con los resabios del PRI, no está en condiciones de responder a las demandas de Vilchis, mucho menos en días de descanso o fines de semana, como el propio Manuel tuvo que descubrir de la manera más bochornosa.
Una demostración de lo peor del priismo
El caso de Manuel Vilchis Viveros no es solo una anécdota más de abuso de poder. Es un recordatorio de lo que los ciudadanos de Zinacantepec, y de todo México, deben rechazar con firmeza: el influyentismo, la corrupción y la creencia de que el poder político es una herramienta para el beneficio personal. La prepotencia de Vilchis es un eco del pasado, de un PRI que durante décadas abusó de su autoridad para mantenerse en el poder a costa del bienestar de la ciudadanía.
En una sociedad que aspira a la transparencia, la legalidad y la rendición de cuentas, comportamientos como los de Vilchis no pueden tener cabida. Es hora de que los ciudadanos exijan a sus líderes un cambio real y rechacen a aquellos que aún piensan que ser alcalde es un privilegio para abusar del poder.
Conclusión
Manuel Vilchis Viveros ha mostrado lo peor de la política mexicana con su actitud arrogante y abusiva. Este episodio debe servir como una advertencia de que aún queda mucho por hacer en la lucha contra la corrupción y el influyentismo en nuestro país. Los ciudadanos de Zinacantepec merecen un liderazgo honesto, comprometido con el bienestar de la comunidad, y no un alcalde que, en lugar de dar el ejemplo, abusa de su posición para intimidar a quienes simplemente cumplen con su deber.
Notidex seguirá informando sobre el comportamiento de aquellos que, como Vilchis, buscan beneficiarse a costa de los derechos de los demás.