El mural del barrio de El Cóporo, en Toluca, fue inaugurado recientemente como un ambicioso proyecto de transformación urbana que abarca 25 mil metros cuadrados. Sin embargo, detrás de los colores vivos y los trazos artísticos, se esconden denuncias de abuso laboral, desvio de recursos y la exclusión del creador original, conocido como “Sense”.
El mural, promovido por la Dirección de Desarrollo Social de Toluca, liderada por Liliana Romero Medina, buscaba revitalizar el tradicional barrio de El Cóporo. Sense, el artista encargado del diseño y supervisión inicial, fue excluido de la inauguración oficial tras solicitar mejores condiciones de seguridad para su equipo tras un grave accidente.
“Todo el proyecto lo hizo Sense. Diseñó y supervisó los trazos y colores, pero después del accidente contrataron a alguien más para terminarlo. Hoy ni siquiera lo invitaron a la inauguración”, relató un trabajador anónimo.
El incidente que marcó el proyecto ocurrió cuando un trabajador sindicalizado sufrió una electrocución durante las labores. Este suceso evidenció la falta de medidas de seguridad y propició tensiones entre Sense y las autoridades municipales. El muralista exigió mejores condiciones laborales, lo que derivó en su desplazamiento del proyecto.
Los trabajadores denunciaron que continuaron pintando sin equipo adecuado:
“Nos pidieron subir sin arneses, sin guantes, sin cascos. Cuando nos negamos, nos amenazaron con represalias”, explicó uno de ellos. Pese al riesgo, la obra continuó sin que se implementaran medidas de seguridad.
Uno de los puntos más controvertidos fue la obligación de los empleados municipales a participar en el proyecto sin recibir pago adicional. Según los testimonios, las labores fueron registradas como si se tratara de contrataciones externas, lo que infló los costos del mural. Para concluir la obra, contrataron a otro artista con una promesa de 30 mil pesos, aunque éste solo realizó ajustes menores al diseño original.
Vecinos y trabajadores también denunciaron presuntos acuerdos corruptos entre líderes comunitarios y encargados del proyecto. Estos convenios implicaban el uso de materiales destinados al mural para pintar fachadas privadas a cambio de dinero.
“Esto es un desfalco total. Materiales que deberían ser para el mural terminaron en propiedades particulares”, mencionó un trabajador.
El Cóporo, ubicado a espaldas del Palacio de Gobierno estatal, es uno de los barrios más antiguos de Toluca. Su transformación a través del arte busca atraer turismo y mejorar la calidad de vida de los habitantes. No obstante, los vecinos consideran que estas iniciativas deben acompañarse de acciones integrales para combatir la inseguridad y mejorar los servicios básicos.
Para quienes participaron en su creación, el mural es un recordatorio de las carencias y problemas laborales que enfrentaron. La exclusión de Sense y las denuncias de corrupción han empañado el simbolismo de cambio que la obra pretende representar.
En conclusión, mientras las autoridades municipales guardan silencio, el mural se alza como un reflejo de las contradicciones de un proyecto que, pese a su potencial transformador, dejó tras de sí una estela de injusticias y controversias.